Este fin de semana lo quise aprovechar para estar solo y mirar de frente
a la soledad. Me dio tiempo de hacer muchas cosas, como ir al mercado y llenar
la despensa después de cuatro semanas de ausencia. También para cocinar, ir al
cine, pasear. Y paseando por la playa me dio por reflexionar sobre los últimos
años tan intensos de mi vida, porque si hay un adjetivo clave para describirlo,
ese es el de intenso.
He agarrado bien el timón de mi vida y ahora siento que soy el único
responsable de mis actos. Y me encanta esa sensación, la de sentirme
responsable. Decida lo que decida, haga lo que haga, es responsabilidad mía. A
veces no sé qué decidir y miro al cielo como buscando ayuda: «Que se haga tu
voluntad y no la mía». De eso también soy responsable. Tengo la posibilidad de
estancarme en el pasado o seguir caminando. Y de repente me veo caminando…
Soy responsable de todas las palabras escritas porque nadie me obliga. Soy
responsable de mi vida. Y no hay más.
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