Ya lo decía Antonio Gala: «La felicidad es darse cuenta que nada es
demasiado importante».
Cuando le damos demasiada importancia a algo aparece el control y querer
controlar todo ya sabemos que es muy agotador. En cambio, quitarle
importancia a las cosas te hace feliz. El cuerpo se relaja y la sonrisa
adorna nuestra cara. Suceda lo que suceda, ¡quítale importancia!
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