sábado, 27 de diciembre de 2014

Que los milagros sucedan

Feliz Navidad, aunque estas felicitaciones llegan un poco tarde, pero por una razón u otra no había podido escribir hasta ahora y lo estoy haciendo en este mismo instante. Será que es el momento adecuado. Y encima añado lo de feliz navidad, pero de verdad, porque así nos despedimos todos de la meditación del miércoles pasado, una meditación donde aprendimos el verdadero significado de la navidad, que no es otro que el nacimiento de nuestro maestro interior. Vivimos la navidad desde el interior, pero después salimos a celebrarlo a la calle, cada uno con nuestros allegados, compartiendo con ellos ese sentimiento…

 
Y ahora acabo de llegar de un cumpleaños donde el plato estrella fue un caldo de millo. Mientras esperaba a que el plato se enfriara, porque el caldo estaba hirviendo, me pusieron a leer miles de tarjetas positivas que estaban colgadas en un biombo. De entre todas, me quedé con una de ellas: Los milagros suceden a diario. Son consecuencias permanentes del amor en acción (María Teresa de Calcuta).




Y también estoy preparando la maleta, porque el lunes viajo a Polonia a cerrar el 2014 y dar la bienvenida a un nuevo año donde espero y deseo que los milagros sucedan. Será el séptimo año que celebro esta fecha fuera de Lanzarote y la verdad es que se está convirtiendo en una tradición. Primero fue Nueva York, después Londres, el tercer año fue en la bella Venecia, al siguiente me fui a Amsterdam, después Düsseldorf, donde ni siquiera mis tratamientos de belleza impidieron que me fuera, el año pasado fue en la exótica Estambul y ahora tocará en el frío y gélido país polaco. Sea donde sea, me comeré las uvas deseando salud y que la vida me siga dando la oportunidad de vivir y experimentar. Gracias a todos los que han compartido conmigo este año y gracias a todos los que serán cómplices de mis aventuras en el año venidero.



El último escrito del año está llegando a su fin y lo quiero despedir con un nuevo y rotundo gracias. Hasta el año que viene…si el universo quiere…

lunes, 22 de diciembre de 2014

Échame un cable

No voy a andarme por las ramas, así que directamente voy a decir que los preparativos fueron un auténtico caos. El viernes pasado celebramos el último taller del año del Grupo VIVE, expresión corporal a través de la danza, y la verdad es que a punto estuvimos de cancelarlo porque nada salía como queríamos que saliese. Primero, porque estuvimos esperando por la llave del local pero no localizaban a la persona que la iba a entregar. Segundo, porque aunque al final el local se pudo abrir, en la habitación contigua iban a organizar un casting para murgas infantiles y la actividad requería un poco de silencio y concentración. Tercero, porque nos faltaba un cable HDMI para conectar el portátil con el cañón, y menos mal que un santo llamado Rafa nos echó un cable, y dos. Y cuando ya nos íbamos a apañar con lo que teníamos, siempre sucedía algo que nos impedía realizar la actividad en condiciones, con el consiguiente nerviosismo de María José, la que iba a coordinar la actividad...

Entonces, llegados a este punto, había dos opciones posibles, o aplazar la actividad o seguir pa' lante con lo que había. Las dos alternativas eran igualmente válidas, siempre y cuando nos la tomáramos desde la paz. Si la actividad se cancelaba no nos podía generar frustración, y si la actividad se realizaba tampoco nos podía generar frustración por el hecho de no poder llevar a cabo todo lo planeado, sino modificar la misma acorde a los medios de que disponíamos. Al final se optó por la segunda. En el momento de presentar la actividad me reí y dije que estaba encantado de que esto sucediera, porque es un ejemplo de que en la vida no siempre sucede lo que uno espera que suceda, pero eso no es impedimento para seguir avanzando, y esa es la filosofía del Grupo VIVE, vivir la vida con intensidad independientemente de los retos que tenga cada uno que solventar, antes, durante y después, porque la vida es un regalo. Y como la filosofía es compartida por las personas que asisten a los diversos talleres, todos íbamos a echar un cable para disfrutar...





Y ni qué decir que al final todo salió rodado, porque cuando los talleres se imparten con el corazón no hay obstáculo que sea imposible de saltar. Lo inseguro se vuelve seguro, la confianza renace en nuestro interior y la tarde fue un auténtico aprendizaje para todos. Todos salimos renovados bailando como niños. Gracias, gracias, gracias...



miércoles, 17 de diciembre de 2014

Carta a los Reyes Magos

Antes de empezar con mi carta a los Reyes Magos quiero aclarar que estoy estupendamente o, mejor dicho, estoy como tengo que estar, que cada día que pasa es un aprendizaje y que sólo quiero estar feliz y en paz. Ni siquiera busco esa paz y felicidad porque ya lo estoy y simplemente la conservo, y si a ratos la pierdo enseguida la recupero. Y con respecto a la entrada de ayer, de las subidas y bajadas de esa montaña rusa vertiginosa, decir simplemente que la vida es eso, subidas y bajadas, teclas blancas y teclas negras, sonrisas y lágrimas...y eso me encanta, sobre todo la forma con la que he aprendido a tomarme las cosas o por lo menos lo intento, que todo es neutro. Pase lo que pase, será lo mejor para mí. Evelia y Carla, tenemos un desayuno pendiente y muchas cosas que compartir...



Y ahora sí, voy con la carta para que se haga la magia...

Queridos Reyes Magos,

Desde hace unos cuantos días algo resuena en mi cabeza y es el deseo de seguir haciendo cosas por primera vez. Ya no me cuesta tanto recordar cuándo fue la última vez que hice algo por primera vez, porque durante este año y gracias al Grupo VIVE principalmente, cada actividad ha sido una sorpresa. Asistí por primera vez a un taller de risoterapia, pude tocar con mis propias manos un erizo de tierra y una rata blanca se posaba sobre mis hombros mientras yo sonriente miraba a la cámara para inmortalizar ese momento, momento histórico porque lo estaba haciendo por primera vez. También pude asistir a un taller de biodanza, bailando como te saliera, sin protocolos ni normas, y tiempo después volví a hacer mi propia biodanza “made in Ibán” en una discoteca en la Santa, con los pies descalzos, y sonreí nuevamente al pensar que eso de quitarme los zapatos en una discoteca lo estaba haciendo por primera vez. Y así con más cosas que he hecho por primera vez, como vestirme de juguete de viento y actuar en los Jameos del Agua. Pero ya no sólo deseo hacer cosas por primera vez, que por supuesto que sí, sino que quiero ir más allá y sentir que cada cosa que hago sea como la primera vez, aunque ya lo haya hecho antes. Despertarme como si fuera la primera vez y no olvidar que la vida es un regalo, porque el simple hecho de abrir los ojos ya es toda una bendición, la mayor de las bendiciones...

Y también le pido seguir estando sano. No le pido salud, porque la salud ya la tengo y pedirla sería como que careces de ella, así que lo que hago es reiterarme en que estoy sano y quiero seguir estando sano. Oye, y si se enrollan y no les importa regálenme un viaje, porque saben que me gusta viajar, aunque sea un servidor el que se lo termine pagando, jeje, pero por lo menos que siga brotando en mí esas ganas locas de viajar y descubrir nuevas culturas y aventuras.

¿Es mucho o es poco? Saben qué les digo, que me regalen lo que quieran, porque realmente no necesito nada, todo lo tengo aquí, aunque puestos a pedir me pido una silla para la oficina, que la mía está destartalada. Bueno, lo de la silla mejor se la pido a mi jefe. Y ya, voy despidiéndome de ustedes porque el contenido se desmadra :-))

Eternamente agradecido,

Ibán.

martes, 16 de diciembre de 2014

Montaña Rusa

Subidas y bajadas, unas veces más lento y otras a velocidad de vértigo, sensación de que no puedes controlar nada, de que nada depende de ti por más que te quieras agarrar a cualquier hueco del asiento. Unos gritan de miedo y otros gritan de alegría, liberando la adrenalina de sus cuerpos. Caídas al vacío y otra vez subir hasta que finalmente el ritmo se ralentiza, la montaña rusa para y todo se acaba...


Guauuu, y mientras estoy escribiendo esto una sensación de tristeza embarga mi cuerpo al pensar que todo se acaba, que la vida tarde o temprano se acaba, pero lo que me ha puesto triste no es el hecho de que la vida se acabe, porque sé que se acaba, sino que no me gustaría que mi vida fuera plana, carente de vida, sin subidas ni bajadas...

Pues bien, estoy teniendo precisamente eso, subidas y bajadas, y encima no las puedo controlar. A uno que me sé yo le gustaría que ciertas cosas fueran de otro modo, pero lo bueno es que ya sé quién es ese que desea que las cosas sean de un modo u otro, como si lo pudiera elegir a la carta, y precisamente ese no soy yo, porque YO SOY...

Si lo que estoy teniendo es eso, subidas y bajadas, lo que estoy teniendo es vida, vida, VIDA en mayúsculas, y eso es motivo más que suficiente para estar contento y agradecido. A celebrar la vida...

lunes, 15 de diciembre de 2014

Angelito de los deseos

Faltaba tanto tiempo y pensaba que no lo iba a soportar, que por unos segundos se me pasó por la cabeza lanzarme al vacío y acabar con todo, pero no lo hice, principalmente porque tan sólo fue un pensamiento pasajero que duró unos segundos y, también en parte, gracias a la persona que estaba a mi lado sustentándome, secando mis lágrimas, lágrimas que salieron de mí y me renovaron por dentro, recargando mi energía y fuerza para continuar. Siempre estaré agradecido a esa persona, porque forma parte de mí, aunque las circunstancias cambien. Hace tanto tiempo de eso…


Y el sábado introduje mi deseo en el cuerpo del angelito de los deseos. Cuenta la tradición que el pueblo napolitano, en épocas de pobreza, hacía estos angelitos con los distintos fideos que tenían en sus casas y los obsequiaban a sus familiares y amigos. El que los recibía escribía un deseo en un pequeño papel y lo colocaba enrollado dentro del cuerpo del angelito para que se cumpliera. Pues bien, el mío ya está escrito...

jueves, 11 de diciembre de 2014

¿Soy feliz?

Si me hiciera esta pregunta es que verdaderamente no soy feliz. Cuando alguien es feliz no se lo plantea. Un niño pequeño juega con algo que le gusta y no se pregunta si es feliz, simplemente juega y disfruta, sin ningún atisbo de duda...


Y por aquí también quiero compartir esto...

Existe el nirvana, pero no el que busca.
Existe la acción, pero no el hacedor.
Existe el sufrimiento, pero no el que sufre.
Existe el camino, pero no el que camina”.

martes, 9 de diciembre de 2014

Cosas que no se ven

Siempre hay cosas que no se ven. El espectáculo salió redondo, por lo menos a ojos del espectador, pero nosotros, los que formamos parte del show, tenemos un sin fin de anécdotas guardadas en nuestras retinas, como la cara de sorpresa de Rosi al ver salir el sol, el grito de guerra difícil de reproducir del pirata Morato Arráez, el dúo de Moldavas ataviadas con sus pañuelos típicos, las chanclas de Leo, esas con las que salió a escena sin darse cuenta, pero que en seguida rectificó y las lanzó por un lateral, in extremis, o el camerino con vistas a la luna de los de la parte de arriba, aquellos que salíamos con el barco y las olas y que nos dábamos ánimos al grito de “teguiseee”. También estaban los juguetes de viento, con esas estructuras a nuestras espaldas que nos dificultaba el respirar y recubiertos con una malla negra cada vez más estrecha, pero que aún así salíamos sonrientes, o las campesinas cogiendo esas piñas mal olientes, porque se habían recubierto de pintura blanca para que tuvieran otro efecto, y el pirulí de mi gorro, que por más tieso y erguido que estuviera, siempre salía torcido en las fotos...


Vencer el miedo, esa podría ser la lectura del espectáculo. A pesar de las tragedias que vivió la isla, la población siempre pudo salir adelante, fortalecida, incluso sacando provecho de algo tan duro como las erupciones volcánicas de Timanfaya, convertidas hoy en el principal reclamo turístico, o como decía César Manrique, si no puedes con el viento, juega con el viento, y por eso creó esos impresionantes juguetes que bailan al son que dicta el viento...


De los cantos de desolación, a la más infinita de las alegrías. Si veo que no llueve, me voy a pescar. O mejor reunirnos para celebrar...


sábado, 6 de diciembre de 2014

Perdonando al antiguo Ibán


Allí estaba, sentado en una de las butacas del Auditorio de los Jameos, a pocas horas de que empezara el espectáculo…



Allí estaba, cubierto con una malla negra un tanto asfixiante, pero que me había quitado a medias para escribir sin bloqueos, a pleno pulmón, porque estaba escribiendo…



Y mientras escribía los músicos afinaban sus instrumentos, otros ponían a punto las luces que después llenarían de color el espectáculo, algunos corrían por los pasillos para dejar todo listo…y yo seguía escribiendo, desde la soledad de la butaca, hasta que alguien se percata de que allí estaba y me llaman para una reunión que me hizo interrumpir el momento de escritura…



Momento que volví a recuperar a la mínima oportunidad porque me apetecía plasmar lo que viví esa mañana. Nada particular y nada especial, simplemente que me di cuenta de que tal vez no he perdonado del todo al antiguo Ibán, porque si a veces pienso que no me gustaría ser el Ibán que era antes es que tengo cierto rechazo hacia él, pero lo tengo que ver como un ser totalmente inocente que no lo pudo hacer de otra manera. Además, el Ibán que soy ahora no sería lo que es sin el Ibán antiguo, así que lo que debo hacer es abrazarlo y fundirme con él, ser uno. Te perdono, me perdono; te amo, me amo; eres inocente, soy inocente; te libero de mi juicio, me libero de mi juicio…



Y eso es lo que hice al bajar por las escaleras con el juguete de viento. Daba diez pasos conscientes y giraba hacia la derecha, y cada paso sentí que lo dábamos los dos, el antiguo y el de ahora, unidos y agradecidos…



Y encima me pidieron que sonriera, que debíamos parecer juguetes felices, libres. Eso está hecho, porque me sale sin esfuerzo y me gusta sonreír. Y hoy lo volveré a hacer…

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Afortunado

No soy yo de coger el teléfono cuando no sé quién está llamando, porque la mayoría de las veces es para vender algo, pero como era un número local lo cogí. Al final resultó que también era para vender algo...

Comercial: Buenos días.
Yo: Buenos días.
Comercial: Mi nombre es Grimanesa y llamo de Seguros Santa Lucía.
Yo: Encantado (y por dentro riéndome porque recordaba lo de “aquello a lo que te resistes, persiste”. Querías evitar llamadas de ese tipo, pues ahora te la comes con papas).
Comercial: ¿Por casualidad tienes algún seguro de defunción?
Yo: Sí, ya tengo uno.
Comercial: ¿Y cuáles son las condiciones?
Yo: Pues no tengo ni idea, porque lo paga mi madre.
Comercial: Ah, qué afortunado eres.
Yo: Pues sí, la verdad es que soy muy afortunado (y pensando...no lo sabes tú bien).
Comercial: ¿Y no te interesaría cambiar?
Yo: Pues la verdad es que no.
Comercial: Claro, como te lo paga tu madre (entre risas).
Yo: Pues sí, ya te dije que soy muy afortunado (más risas).
Comercial: ¿Y seguros de hogar? Supongo que tendrás, ¿no?.
Yo: Sí, ya tengo uno con el banco.
Comercial: ¿Y cuánto pagas?
Yo: Pues ahora mismo no me acuerdo, unos 180 euros más o menos (y en eso escucho un resoplido). ¿Por qué, es muy poco?
Comercial: No, es carísimo, nosotros tenemos unos mejores.
Yo: Ah, pues si me pasas la oferta seguro que lo contrato, porque yo llevaba tiempo con ganas de cambiarlo.
Comercial: Y si lo tienes con el banco seguro que tendrás seguros de vida, porque los bancos te lo exigen por el tema de las hipotecas (porque le dije que tenía una hipoteca).
Yo: Pues no, a mí no me obligaron a hacer ningún seguro de vida.
Comercial: Pues menuda suerte, porque normalmente te lo exigen.
Yo: (entre risas) Grimanesa, ya te dije que soy muy afortunado, y encima quería cambiar el seguro de hogar y vas tú y me llamas.
(y después de hablar un rato más con ella para acordar lo del seguro...)
Comercial: Pues nada, ya te llamo para el 15 de enero y te envío la oferta. Y si conoces a algún amigo que quiera también un seguro me llamas.
Yo: Entonces la afortunada vas a ser tú, porque no venderás uno sino dos.
Comercial: Claro (entre risas), la fortuna hay que repartirla.
Yo: Pues sí, tienes toda la razón (y seguí riéndome un rato más después de colgar).

Y es que con la conversación volví a recordar que soy muy afortunado...


martes, 2 de diciembre de 2014

Dando vida...

Dando vida a un manto de lava, o formando parte de un barco que busca llegar a tierra, o ser el soporte de un famoso juguete de viento, de esos que podemos ver en casi todas las rotondas de la isla. Con todo eso y más participaré los días 5 y 6 de diciembre en el espectáculo “Tempo Lanzarote”, que tendrá lugar en el Auditorio de los Jameos del Agua. ¿Saben algo? Me encanta dar vida a cosas que aparentemente carecen de vida. Ser fuego, ser madera, ser hierro, elementos inertes, carentes de vida, pero que con imaginación y entusiasmo puedes darle la vuelta a la tortilla y que el público los vea con vida, y con alegría, porque si salgo es para pasarlo bien. Y ahora que vuelvo a mirar por la ventana, esa ventana que me está dando vida, diviso a lo lejos las montañas y me acuerdo de mi amiga, que las ve con vida, o esas palmeras, que te hablan, aunque las palmeras ya tienen vida. La cuestión es dar vida, sentirme vivo, que haga lo que haga le inyecte una buena dosis de vida. Gracias, vida mía...


lunes, 1 de diciembre de 2014

Al final todo va a salir bien

Recuerdo mucho esta frase. Un día se la dediqué a Juan, para que se animara y saliera pronto del hospital. Otro día también se la dije a un amigo, para que confiara en que todo iba a salir bien, y muchas veces me la digo a mí mismo, porque sé que me ayuda y porque quiero seguir confiando en la esencia de la frase: al final todo va a salir bien, y si no ha salido bien, es que todavía no es el final. Esa misma frase aparece en el trailer de la película Hotel Marigold...


Y otra cosa que me encanta es hablar cuando hay ciertos malentendidos para que no vayan a más, como lo que acabo de hacer ahora con alguien muy cercano. Si lee el blog igual se sorprende de que recién ha pasado lo estoy contando, pero agradezco enormemente esa conversación porque sé que nos ha valido a ambos para evolucionar y mejorar, por lo menos a mí, porque me ha servido para darme cuenta de cosas que hago sin querer. Si hablas a alguien, es como si te estuvieras hablando a ti mismo...