jueves, 29 de octubre de 2015

Grano de sal frente al océano

- Procedes de ahí...
- ¡Ni de coña!
- Sí, eres parte del océano.
- ¿Pero tú me has visto bien, cómo voy a ser lo mismo?
- Eres lo mismo, lo que pasa es que te has secado...
- Pero si eso sólo es agua...
- Y tú también eres agua...
- Déjate de tonterías, que me estás poniendo nervioso. Eso es líquido, yo soy sólido, nada que ver...
- La esencia es la misma, pero tú te sientes separado.
- Perdona, pero yo estoy muy integrado, tengo muchos granos de sal que me acompañan, mi familia, mis amigos. Soy muy popular...
- Y por qué no te metes en el agua?
- Porque es malo para la piel, eso me han dicho...
- Anima a todos los tuyos a meterse en el agua. Verás cómo se funden en uno...
- ¿Fundirse en uno? Eso me suena a orgasmo.
- Podría ser el mayor éxtasis de tu existencia. Fundirte con el todo, con la vida...
- No sé yo...
- Tarde o temprano te fundirás, mientras tanto, disfruta de la vida...


martes, 27 de octubre de 2015

Cambia de canal

Cambia de canal. Si no te gusta lo que ves, cambia de canal. Hay un canal positivo, que te hace estar en paz, y otro negativo, que te llena la cabeza de pensamientos tóxicos. En este mundo, los canales que no tienen audiencia los retiran de la pantalla, así que está en tu mano porque, al fin y al cabo, tú eres el único espectador de la pantalla, tu pantalla...



Ayer recordé esto y se lo dije a una mujer. Se quejaba porque tenía la parte derecha de su cuerpo inmovilizada, pero le dije que en lugar de recrearse en eso agradeciera que pudiera mover la parte izquierda. Con su mano izquierda era suficiente para cambiar de canal. Cada vez que le vinieran pensamientos que la deprimieran, tenía la opción de cambiar de canal. Era su responsabilidad...

lunes, 26 de octubre de 2015

Globos en el techo

Quiero conseguir mirar donde tú miras, me decía. Pero dónde crees que miro, le preguntaba sorprendido. No sé, pero tus ojos parece que miran a todo y nada, eso me decía. Con Julen hice algo que cada vez que lo recuerdo me entra la risa y mis mejillas se sonrojan de la vergüenza. Aquel día, después de visitar a Patricia, acabamos los dos haciendo aquello que a él le apetecía, tumbarnos boca arriba en el suelo de un abarrotado Centro Comercial con los ojos puestos en el techo y sin miedo al qué dirán, con vergüenza, pero sin miedo. Allí permanecimos un rato, mirando los globos olvidados que chocaban contra el techo y no podían seguir su camino, ajenos a las miradas de la gente que pasaba...



La última vez que volvió a Lanzarote me dijo que ya no había globos en el techo. Los habían quitado, se habían liberado... La experiencia la recordaba, también le había marcado. Amigo, espero que estés disfrutando de mirar donde querías mirar...

miércoles, 21 de octubre de 2015

No hay mal que por bien no venga

¿Qué hacía yo en la habitación de Christa con mi compañera María Antonia dando reiki? ¿Cómo había llegado hasta allí? De repente me dí cuenta de que si no hubieran sucedido ciertas cosas en mi vida, no habría disfrutado de ese momento, ni siquiera sabría lo que era el reiki.  Incluso cuando estaba junto a la cama en una postura algo incómoda para la espalda, me dí cuenta de que si no llega a aparecer esa contractura en la espalda que arrastro desde hace casi un año, no estaría disfrutando de ese momento…

No sé, me acabo de acordar del dicho popular “no hay mal que por bien no venga”. Gracias a esa contractura en la espalda he descubierto la natación, un deporte que, tras tres meses practicándolo, me sigue fascinando. Ayer aprendí a hacer virajes y, lo que a priori parecía un reto imposible porque nunca había hecho una voltereta en el agua ni en el aire, se convirtió en otro reto superado. Nadar se ha convertido en una liberación. Si no hubiera sido por ese contratiempo, ni de lejos hubiera estado nadando. Además, si no llega a ser por esa contractura en la espalda, seguramente hubiera estado con otros proyectos de teatro que, aunque me entretienen y divierten, no me hubiera dado tiempo de disfrutar de ese otro proyecto, acompañar a los ancianos del Hospital Insular y ofrecer una parte de mí. Decidí descansar de ciertas actividades y me llega este regalo. Este espacio de tranquilidad siento que es el que necesito para escuchar mi cuerpo…



Ver la cara de Christa al despedirse de nosotros diciendo que quiere volar y que con nosotros lo conseguirá, no tiene precio…

lunes, 19 de octubre de 2015

¡Ay, ay, ay...!

El silencio, ese fue el gran protagonista, comer en silencio, caminar en silencio, hablar en silencio. Hasta día y medio después no supe si era un ratón, una rata o una cucaracha lo que estaba en la habitación, y eso que mi colchón estaba en el suelo. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero como no podías hablar, no fui curioso. Lo respeté al máximo, porque así te llevas la experiencia del silencio…


¡Ay, ay, ay!, diría la niña madre, esa que se quiere y se hace querer a partes iguales. ¡Corre, coooorre...!, le diría el gato curioso al ratón o el ratón al gato, lo mismo da. Lo bonito fue conocer a gente linda e interactuar con ellos a través del silencio. A veces, si no todas, las palabras sobran, solo hacen tapar la verdad, esa que siempre está ahí y que la podemos sentir a través de las miradas. No hace falta adornar con palabras lo que se muestra ante nosotros…


Gracias a todos por el fin de semana. ¿Y la borrasca, qué fue de la borrasca?

jueves, 15 de octubre de 2015

A dieta de dramas

Se nos saltaron las lágrimas. Haciendo el tonto, metiendo los dedos en un bote de crema de chocolate, riéndonos con los dientes totalmente negros, cambiando el drama de unos minutos antes por un puñado de risas improvisadas. Así fue mi desayuno de hoy...


Y es que ni la dieta del cucurucho, ni la de la alcachofa ni nada por el estilo. Lo mejor es ponerse a dieta de dramas...


miércoles, 14 de octubre de 2015

Hacer las paces

Tender la mano y hacer las paces, invitándola a sellar la paz. Sin palabras le decía que no estaba enfadado. Me dieron ganas de abrazarla...



Cuando se está en conflicto la responsabilidad no es de los demás, sino de uno mismo. Yo elegí estar en paz, elijo estar en paz, todo lo demás no tiene importancia. Volví a conectarme con el entusiasmo y terminé abrazándola…

viernes, 9 de octubre de 2015

La motivación de los retos

Marcarse un reto, por muy difícil que sea, puede ser una motivación, un aliciente para superar tus límites. Al final, lo podrás conseguir o no, pero el simple hecho de plantearlo y trabajar a conciencia, sin exigencias, ya es un logro y te puede aportar más que conseguir el reto en sí. Si además lo haces en compañía, mejor que mejor…



Pues eso es lo que me quedó claro, hablando con mi compañera y amiga, y desde hace un par de días me planteo marcarme un reto que ni por asomo se me pasaba por la cabeza. ¿Por qué no? No sé, me llama la atención, me entusiasma la idea, es una motivación…

miércoles, 7 de octubre de 2015

En medio del océano

Llevo días recordando el momento en el que estaba en medio del océano con las gafas de buceo puestas. Después de que los delfines abandonaran el lugar y se dejaran de escuchar los sonidos con los que se comunicaban, me encontré solo, con un silencio impoluto, y me dio la sensación de que no era nada comparado con la inmensidad. Era un ínfimo puntito flotando sobre el agua…


Es como si la zona de confort fuera el barco, aquel espacio en el que te sientes seguro, pero que realmente es muy limitado, unos siete u ocho metros de largo, y cuando te lanzas al vacío, en este caso al océano, hay una inmensidad esperándote, un montón de joyas y regalos por descubrir, pero te entra tanto miedo que enseguida tienes ganas de volver al barco, donde aparentemente estás a salvo, pero quién dice que no estés igual o más seguro dentro del agua, qué pasa si trasciendo ese miedo que me impide explorar aquello desconocido que se abre ante mis ojos…

No sé, tener esa experiencia me hizo sentir que formo parte de un todo más inmenso y que ese cuerpo con manos y pies que reacciona al nombre de Ibán, no tiene tanta importancia. ¿Cómo sería este momento si me olvidara de mí mismo y de mi historia?

lunes, 5 de octubre de 2015

Entre delfines y ballenas

Ayer la vida me regaló otra experiencia maravillosa, ver delfines y ballenas en su hábitat natural. Salimos muy temprano desde Puerto Calero y en pocos minutos nos encontramos con un grupo de delfines que saltaban sin parar pero que se mostraban esquivos cuando nos acercábamos. Después, sorprendentemente, y a pocos metros de la costa, vimos una enorme ballena que salía a la superficie a respirar. Según nos dijo el patrón de la embarcación, que es un entendido en la materia, se trataba de una ballena rorcual. Acabo de buscar información y parece ser que es uno de los cetáceos más grandes del mundo. Menos mal que no lo sabía, si no me hubiera costado más lanzarme al agua…


Porque esa fue otra experiencia, lanzarme al agua cuando volvimos a divisar otro grupo de delfines, esta vez muy juguetones con la embarcación. Al agua, nos decía el patrón. Me cogió tan de sorpresa, que me costó tirarme, pero me dije que era una oportunidad de oro y no me la quería perder por nada del mundo. Resultó extraordinario ver los delfines bajo el agua y escuchar los sonidos que emiten para comunicarse entre ellos. Después, cuando desaparecen, ya no queda nada, sólo un azul intenso, inmenso, como si te quedaras en medio de la nada, anclado en la superficie sin posibilidad de ver el fondo. La profundidad, en esa zona, podría perfectamente rondar los seiscientos metros…



Qué curioso como la mente trata de meterte miedo para intentar que no disfrutes de la experiencia. Y si aparece algo raro, y si viene un tiburón, y si… Y mientras, yo intentaba no tener esos pensamientos negativos, no darles poder para no atraerlos…


También vimos un grupo de cifios cuvier, otra especie de cetáceos. Ya te digo, me quedé sorprendido por la cantidad de especies que puedes ver cerca de Lanzarote, a pocos metros de la orilla. En fin, ver para creer…




Fue una jornada intensa, con nuevas experiencias satisfechas, volviendo a hacer cosas por primera vez. Al regresar a la costa, sobre las cuatro de la tarde, qué ganas tenía de comer, y de contar lo vivido. Lo hice, hasta que al atardecer, mis ojos empezaron a cerrarse y un profundo sueño me embargó…

viernes, 2 de octubre de 2015

La impermanencia...

A excepción de uno, que no pudo asistir, ayer quedé con mis compañeros de universidad. Hubo un momento en que las observé hablar y de repente me empiezo a reír porque me di cuenta de que, durante estos cuatro años, nuestras vidas habían cambiado radicalmente. Nada tenía que ver cómo eran nuestras vidas hacía cuatro años y cómo son ahora, pero allí estábamos los tres, almorzando y compartiendo experiencias. Más que sobrevivir, habíamos vivido todas esas experiencias. Sí que han cambiado las cosas...



Y esta mañana, nada más levantarme, leí un capítulo del libro “Sea más feliz que el Dalai Lama” donde precisamente habla de la impermanencia...


Querido Manchado, aquí ves imágenes de personas que vivían preocupadas con sus agitaciones, personas que tenían sus anhelos. Han pasado más de cien años y la pregunta es: ¿dónde han quedado todas esas inquietudes, angustias, miedos y problemas? ¡Se las ha llevado la impermanencia, querido amigo! Toma consciencia de esto: todo cambia constantemente, así que no pierdas el tiempo creyéndote toda esa trama del ego (conflictos emocionales, conflictos personales, conflictos mentales, conflictos en las relaciones...). Más allá de esto, elige siempre vivir en paz (pues eso eres tú: paz, amor, aceptación plena...), entendiendo que todo es constante cambio. Asegúrate de que cada día se intensifica tu aceptación, tu perdón, el no juzgar... Simplemente siente, y observa todo conscientemente y toma siempre la decisión de seguir descubriéndote y reconectándote más profundamente con la vida y con tu ser. Como dicen muchos de mis maestros, “cuando la muerte te encuentre, que te coja lleno de vida”.

jueves, 1 de octubre de 2015

Una gran campeona

Allí estaba ella. No sabía nadar, eso decía, pero se lanzó al agua y flotaba con facilidad. Volvía a repetir que no sabía nadar, pero allí estaba moviendo sus brazos y flotando. Yo creo que no era consciente de que eso era nadar. Confiaba, confiaba tanto que hasta se adentró mar adentro dispuesta a culminar su curso de apnea. No sé si al final llegó a sumergirse y bajar unos cuantos metros, porque me tuve que ir antes, lo que sí fue seguro es que superó sus miedos y se dejó llevar, por el monitor, por el grupo, por la vida, todos arropándola, lanzándose al agua por primera vez, casi diría yo, con unos cuantos kilos más agarrados a la cintura, que hasta a mí me costaba aguantar en la superficie por el oleaje inmenso, pero allí estuvo ella, abriendo sus ojos bajo el agua mientras aguantaba la respiración, agradecida por ver los peces mientras relajaba su cuerpo para disfrutar de la experiencia, como una gran campeona, sí señor...




Todos disfrutamos de la experiencia, pero ver un ejemplo y afán de superación como el de María Antonia, hace que me emocione y merezca la pena la realización de los talleres del Grupo VIVE. Gracias a todos los que participan, porque son el nutriente que lo alimenta...