viernes, 31 de octubre de 2014

Mi primera clase

Ayer tuve mi primera clase de Taichi y, aunque la monitora me dijo que lo había hecho muy bien para ser la primera vez, me estallo de la risa cada vez que recuerdo mi descoordinación con tantos movimientos...


Ése que está de espaldas al final del grupo soy yo, con el abanico en el aire intentando hacer lo que mis compañeros con tanto “jeito” saben hacer. Por lo menos lo intenté, y eso es lo que importa, jeje. De todas formas, tendré más ocasiones para ir aprendiendo la técnica de los movimientos y, sobre todo, porque es lo que más me interesa, disfrutar con el taichi, sin más pretensiones que no sea la de disfrutar y hacer un poco de ejercicio, que siempre viene bien...

Y ayer también tuve una conversación maravillosa con la que se empezaron a romper algunas resistencias, dos espejos hablando frente a frente. Infinitas gracias...

jueves, 30 de octubre de 2014

Con total inocencia

En cierta forma hoy ha sido como comenzar de nuevo, y no porque haya ido al hospital y el médico me diga que todo sigue bien, sino porque ayer volví a mirar profundamente en mi interior y descubrí que hay ciertas cosas que me alejan de la paz. Encontré miedos que siguen escondidos, resistencias que siguen presentes y que yo pensaba que habían desaparecido, juicios emitidos... Qué difícil es mirar hacia dentro y buscar las miserias, pero qué liberador es cuando las encuentras, las reconoces y las enfrentas. Y me sentí en paz, tan sólo con mirar y aceptar lo que estaba viendo, me sentí en paz, porque ese es el punto de partida, aceptar cuáles son tus miedos y resistencias y empezar a caminar para romperlas, con total inocencia, sin culpabilidad, porque soy inocente...

miércoles, 29 de octubre de 2014

En silencio

Un día en New York escribí esto...

Una mañana gris pero no lluviosa, tomando un té de manzana picante cerca del Central Park. A veces los ratos de silencio resultan reconfortantes, silencios que te ayudan a conectarte con lo que verdaderamente eres, paz. A veces es necesario acallar esos focos de conflicto y el silencio es primordial para ello. Callarse hasta que las palabras sean más importantes que el silencio. Hoy me apetece estar callado, en silencio, utilizando la voz únicamente para lo imprescindible, para preguntarle a la dependienta cuánto es el té, para preguntar por una calle si estoy perdido...aunque ni para eso hay que hablar, porque si estás perdido ya te encontrarás...

Aquí, divagando en el Café Europa de la 7ª Avenida con la 57th St de la gran manzana, degustando un té que me sabe a manzana, mejor dicho, que me huele a manzana, porque aún no lo he probado de lo caliente que está. Gracias silencio. Gracias a las palabras que puedo escribir en silencio. Estando en New York en silencio, ¡qué contrariedad!"

lunes, 27 de octubre de 2014

Un montón de edificios

Desde un banco en la orilla de Brooklyn, cerca del famoso puente que atraviesa el río Hudson para llegar a la gran manzana, podía ver esto...




Podía ver múltiples edificios: unos más altos, otros más bajos, unos azules, otros grises, algunos con antenas en la azotea y otros con cristales reflectantes, tan diferentes y tan iguales porque todos eran edificios al fin y al cabo, con distinta forma y tamaño, pero edificios al fin y al cabo. Entonces dejé de mirar al frente y comencé a observar a las personas que estaban viendo lo mismo que yo: unos eran altos, otros bajos, unos rubios, otros morenos; había gente con gafas de sol y hasta una familia de judíos ortodoxos, que llamaban la atención por su vestimenta y aspecto físico. Incluso por delante de mí pasaba gente con bicicleta que ni siquiera se percataban de la vista que tenían a su lado. Qué diferentes somos aparentemente porque estamos en distintos frascos, de diversos colores y formas, pero qué iguales somos porque la esencia es la misma, todos somos lo mismo...


viernes, 24 de octubre de 2014

Guapito, tú vales mucho

Me están resultando graciosos los comentarios que pone la gente sobre mis escritos, porque algunos creen que sigo de viaje y me dicen “a ver si vuelves” cuando ya llevo días trabajando, o algunos que creen que estoy haciendo un viaje express, a la prisa y corriendo, porque no se explican que un día esté en Amsterdam, al día siguiente en Washington y al otro paseando por Central Park. Simplemente estoy contando mi viaje después de haber venido.

Ayer parece que se retomaron los ensayos de una obra de teatro en la que voy a participar, y aunque al final no ensayamos porque faltó la mitad del elenco, me dio muy buen sabor de boca, sobre todo porque al grupo se ha incorporado mi compañera y amiga Jimena. Será un placer contar con su ayuda y amistad, porque de teatro sabe un rato y me sabrá aportar buenos consejos.

Y también quiero compartir que a veces nos infravaloramos incluso sin darnos cuenta. Hacemos cosas que, fijándonos bien, las hacemos porque no nos queremos lo suficiente. Ese ejemplo que pusieron de que si alguien practica algún deporte y sufre una molestia, pero sigue practicando esa actividad a pesar de la molestia, se trata de un acto de infravaloración. Forzamos el cuerpo porque no nos queremos lo suficiente. Si nos quisiéramos de verdad, cuidaríamos nuestro vehículo e intentaríamos ponerle remedio. En fin, no sé, pero eso me llevó a pensar que quizás yo me estaba infravalorando sin darme cuenta en algunos aspectos, lo que casi me llevó a levantarme y mirarme al espejo para decirme: ehh, no, guapito, tú vales mucho. Al final hice eso mismo, pero sin mirarme al espejo...

Y por aquí dejo una frase que me encanta, que muchas veces repite mi amiga Manoli: “estate en el mundo, pero no seas del mundo”, o esa otra que dice que “estamos de turismo por el mundo”. Pues eso, que estamos aquí de paso...


Este mundo estaba en el Museo del Aire y el Espacio, en Washington, muy bonito, por cierto...

miércoles, 22 de octubre de 2014

Con bici en Central Park

Una cosa es andar en bici por tu pueblo y otra bien distinta es hacerlo por la ciudad, sobre todo cuando hay carriles bicis y señales varias que debes de respetar. Bueno, lo de las señales y normas no lo tengo tan claro, y encima cogí una bicicleta sin saber muy bien qué debes y qué no debes hacer. A saber si te tienes que sacar antes un carnet y yo cometiendo un delito...


Recorrer el famoso Central Park con bici ha sido otra de las experiencias vividas y altamente recomendables. Es verdad que no todos los senderos son transitables con las bicicletas, pero lo que puedes hacer es bajarte y hacer algunos tramos a pie, sobre todo si quieres llegar a algunos rincones...




Lo de que no sabía muy bien qué hacer o no hacer fue porque en una de mis maniobras salgo del parque y me ví en medio de la quinta avenida, creo recordar, pasando calles y calles intentando volver otra vez al parque pero sin saber muy bien por dónde entrar. Además, yo no veía ningún carril bici y tampoco sabía si podías pasar por la acera o ese espacio está sólo reservado para los peatones. Y encima un policía mirando, al que muy amablemente le pregunté que por dónde se entraba, pero ni él estaba seguro de la respuesta. Eso sí, no me dijo absolutamente nada, así que debe ser que no estaba cometiendo ninguna infracción, jeje. Al final seguí avanzando y la encontré...




En fin, que fue un subidón esto de coger la bici en New York...

Y también decir que ayer me reencontré con mis compañeros y amigos de meditación. Me sigue sorprendiendo y agradando a partes iguales esa forma que tenemos de saludarnos, dándonos un abrazo intenso como si hiciera tiempo que no nos viéramos. En mi caso es verdad que hacía tres semanas que no me veían, pero es que si sólo hubiera pasado un día, el saludo no hubiera cambiado ni un ápice ni bajado en intensidad. Gracias...

martes, 21 de octubre de 2014

Washington

No he contado casi nada de New York y ya me he pasado a Washington, pero es que tampoco pretendo hacer una cronología de mi viaje, sino poner cosas según me vayan llegando. Y además, hoy que vuelvo a meditación después de tres semanas, me he acordado de la figura de Abraham Lincoln en el memorial que lleva su nombre...


Fue verlo y sentir que así podría estar el Ser, observando todo con una calma absoluta, viendo el flujo de pensamientos que pasan a su lado pero sin desviar la mirada de la inmensidad, sin identificarse con ellos. Así me imaginé que podría estar nuestro Ser, acomodado en una buena butaca siendo testigo de todo con total neutralidad...


Y razones tenía para no apartar la mirada el Señor Lincoln porque justo en frente podía divisar un obelisco inmenso, un monumento conmemorativo al primer presidente de Estados Unidos, George Washington, de unos 170 metros de altura, siendo actualmente la segunda estructura más alta del mundo, después de la Torre Eiffel...



Y es que en Washington todo es grande, exceptuando la Casa Blanca, que parece que en las películas es un gran caserón, pero si la ves en vivo desde la distancia no resulta tal cosa...



Además del National Mall, donde se concentra casi todo lo visitable, también está el Cementerio de Ardlington...



Un día en Washington no fue suficiente para visitar todo, pero sí lo fue para hacerte una idea de la ciudad...

lunes, 20 de octubre de 2014

No me sentí turista

Tuve la sensación de no ser un turista, sino uno más de la ciudad. Con eso es con lo que me quedo, pues el hecho de alquilar un apartamento en lugar de alojarte en un hotel hace que te sientas como en casa. No tienes las comodidades de un hotel, como que te hagan la cama o limpien la habitación, pero ganas en otras cosas como relacionarte con los vecinos o sentir que formas parte del vecindario.

No hubo ni recibimiento ni nada. Me dan la llave en la calle y me dicen que es el 4º piso, puerta azul, y con todos nuestros bártulos subimos las escaleras empinadas del viejo pero cómodo edificio...




Nada más llegar al apartamento me fui en busca de un supermercado para comprar lo necesario y poder prepararnos el desayuno cada mañana. Por la calle me encontré con una puertorriqueña y un dominicano, que muy amablemente me indicaron cuál era el mejor sitio para comprar, y cuando llegas a casa ya está todo listo, la wifi conectada y la nevera en perfecto estado. Faltaba un mechero, un mechero que íbamos a comprar pero que al día siguiente lo encontramos en el lugar que estaba guardado.

Y por la noche la primera ducha, esa ducha que tenía un pequeño ventanal que daba al exterior. Cantando en la ducha, celebrando mi llegada a New York...

Una hora en Amsterdam

No era el destino final, pero dado que teníamos que hacer una escala de cuatro horas en esa ciudad, en lugar de esperar todo ese tiempo en el aeropuerto, nos pudimos acercar a Amsterdam para desayunar y pasear durante una hora...


Fue tiempo más que suficiente para recordar lo bonita que es Amsterdam, pues ya había estado allí hace unos cuantos años, así que nos sumergimos por sus calles y canales, llegando incluso a la Plaza Dam, una de las más conocidas de la ciudad. Allí se estaba desmontando una feria y una de sus atracciones nos recordó hacia dónde íbamos...


Con esa hora tuvimos tiempo para ver y recordar sus calles, sus canales, la arquitectura típica de las casas y el olor a porros, aunque sinceramente yo prefiero los porros cósmicos, la verdad...


sábado, 18 de octubre de 2014

Turbulencias

Es inusual que escriba un sábado, pero si lo hago es porque me apetecía mucho hacerlo, para decirles que ya he vuelto y me siento descansado después de tanto cambio horario. Y también porque en este viaje he descubierto que escribir forma parte de mí, me siento bien escribiendo aunque sólo sea una línea y por eso una pequeña libreta me acompañó durante los últimos días para dejar huella de lo que sentía...

Al parecer en el vuelo de vuelta hubo bastantes turbulencias, pero debe de ser que yo estaba profundamente dormido y sólo me enteré de la última parte. Aún así, llega un momento en que te puedes poner un poco nervioso al notar el avión tan agitado, pero lo que hice fue cerrar los ojos y decir: ¿depende de ti que esta situación cambie? No, verdad, pues sólo tienes que confiar y dejarte llevar. Y así lo hice, dejarme llevar y sentir que estaba en una montaña rusa con subidas y bajadas hasta que por fin llegó a su fin...


Lo que me dio risa fue cuando mi compañero de viaje dice que se cagó todo y se puso a pensar en si tenía arreglado o terminado todo lo de fuera. En fin, formas de ver las cosas totalmente diferentes, pero válidas las dos...

Ya contaré más cosas del viaje próximamente, pero lo que me apetece escribir hoy es que me siento sano, completamente sano...

viernes, 3 de octubre de 2014

Pájaros de acero

A pocos días de coger un avión que me transporte a la ciudad de los rascacielos, siempre me maravillo por la fuerza de esos pájaros de acero, tan pesados y tan ligeros, utilizando el viento a favor para despegar y nunca yendo a contracorriente. Así debiera ser, siempre fluyendo con el viento y nunca nadando en contra de la corriente. Y me fascina una cosa tan simple como la de en un mismo día amanecer en un lugar y dormir en otro más o menos lejano. Con los aviones las distancias se acortan, igual que entre las personas cuando conectan con el corazón y no con la forma. No hay distancia, todos somos uno...


Ayer también tuve mi última clase de pilates, porque después del viaje probaré una nueva actividad, el taichi, y mientras me miraba al espejo me preguntaba quién era ese que se reflejaba. En fin, preguntas sin respuesta que se me pasan por la cabeza...

Pues ya lo saben, el domingo me voy de viaje. Estaré de vacaciones un par de semanas, pero si el de arriba lo quiere, espero volver para contar todas mis experiencias. ¡Feliz fin de semana para todos los seres sin ninguna excepción!

jueves, 2 de octubre de 2014

Hojas de otoño

Octubre ya llegó y el otoño también hace días que llegó. Los árboles de hoja caduca comenzarán en breve a renovar sus hojas, sabedores de que es un proceso natural, que pronto nuevas hojas fuertes y frondosas volverán. Por eso lo viven sin miedo. Es parte de la vida. Y las hojas se moverán al son que decida el viento, con un vaivén de lado a lado, hasta que se posen en el lugar adecuado. Tampoco tienen miedo, porque confían en el viento, ese viento que todo lo envuelve...

El viento está en todas partes, el viento lo es todo. El árbol, las hojas y el aire, todo forma parte de todo. La hoja no se cree una simple hoja, por eso disfruta con la danza del viento. El árbol no se cree un simple árbol, por eso disfruta cuando el viento lo refresca y lo desnuda, eliminando todo aquello que carece de vida para que entre nueva vida. Pero si la hoja se creyera una simple hoja seguro que estaría aturdida y angustiada por la fuerza del viento que irremediablemente la lleva por donde la tiene que llevar. Sufriría porque no tiene el control de la situación. Y si el árbol se creyera un simple árbol, se alegraría cuando ese viento lo alimenta, pero se enfadaría cuando ese viento lo pudiera arrancar. Ellos no temen nada, no piensan, saben que no son lo que nosotros creemos que son. Nosotros los vemos como hojas y árboles, porque así nos han enseñado a percibir, pero ellos no se ven como hojas o árboles, sino como parte de un todo. Nada desaparece, todo es eterno...