Ya me lo dijeron en la selva, que mi sangre era muy buena para la naturaleza. Lo cierto es que ayer, cuando fui al hospital a recoger los resultados de la revisión, acabé hablando del viaje a Malasia con la doctora, sobre todo de mi experiencia en la selva, que es la que verdaderamente me marcó. ¡Las sanguijuelas se pusieron las botas!
Y es que cuando voy a la consulta no sé cómo me las arreglo, pero siempre acabo hablando de sueños o viajes. Y protegido, sigo sintiéndome protegido por los que allí me rodean. Mi sangre sigue estando muy buena, sana y tengo muchas ganas de seguir viviendo y compartir la experiencia.
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