jueves, 28 de febrero de 2013

Una tienda en París

Hoy quiero compartir con ustedes un capítulo de la novela "Una tienda en París", de Màxim Huerta; lo leí anoche y el mensaje es muy significativo...


CAPÍTULO 8

- ¿Recuerda cuando le hablé de mi aversión al blanco y negro?

Los ojos del viejo pintor se giraron pausadamente hacia la ventana oeste donde estaba poniéndose el sol entre los tejados de Madrid. Era evidente que incluso para él, pintor y profesor de pintura a ratos, aquello no suponía ninguna sorpresa.

- Usted no quiere hablar del blanco y negro. Usted se ha quedado al final de la clase para hablar de otra cosa. Puede estar tranquila, aquí hablamos de pintura o de la vida, si es necesario. Pero sepa que me manejo mejor en la pintura...

Me costó arrancar, sumida como estaba en mis pensamientos .

- Digamos entonces que estoy cansada del color negro. Que ya no puedo más, que llevo mucho tiempo instalada en ese color, que tengo ganas de saber cómo son los colores, de dónde vienen, cómo usarlos, llenar...mi lienzo de color.

- No hace falta que diga lienzo, puede decir "vida" si quiere.

En ese momento sonreí y miles de mariposas empezaron a hacerme aleteos en el estómago.

- He decidido irme a París.

El viejo pintor me miró a la cara y por primera vez el estropeado gris de sus ojos me pareció azul.

Fiel a su costumbre, el viejo pintor daba vueltas lentamente a uno de los pinceles entre sus dedos.

- Nosotros los hombres, hablo en general, somos seres que vivimos paralizados por el miedo. Esa es la principal barrera que nos impide ser felices. Tengo 83 años, mi despertador suena a las siete de la mañana, muy pronto porque quiero que el día sea largo, ya habrá tiempo de dormir. Siento la necesidad de levantarme por las mañanas para ver de qué color está hoy el cielo, azul lino claro, ceniza, cerúleo o provenzal; necesito tomarme un café caliente recién hecho y saborear mi mermelada de melocotón sobre una tostada que yo preparo y sentir que se deshace en mi paladar como si fuera la primera vez que la como; cuando me ducho, con el cuidado que imagina por mi edad, experimento cómo se van por el desagüe todos esos pensamientos negativos que se nos pegan a la piel y me lleno de agua nueva; camino por las calles mirando las cornisas porque muchas veces descubro algún elemento nuevo, incluso perfecto para ser pintado, hoy mismo me fijé en las lagartijas que recorren la fachada de un edificio de Mejía Lequerica, y ¿sabe qué?... Bueno, deberá comprobarlo usted, son verdes, ¿qué tipo de verde? Para eso deberá ir a verlo y buscar en la carta cromática de Charvin. Me gusta hacer una siesta breve, muy breve, por el único placer de tener otro amanecer en el mismo día, volver a tomarme otro café y venirme paseando hasta esta cúpula desde donde tengo la mejor vista de Madrid. Y cuando empiezo a pintar un lienzo vuelvo a tener los nervios del cuadro anterior, y creo que no voy a ser capaz con la perspectiva, que el enjambre de edificios parecerá una masa uniforme y no un precioso puzle de ventanas, tejados, aceras y portales.

Hizo una pausa. Un silencio denso mientras giraba otra vez el pincel entre sus dedos.

- Está pensando que todo lo hago como si fuera la última vez porque tengo muchos años. Y se equivoca, Teresa, se equivoca. Lo hago como si fuera la primera vez porque quiero seguir manteniendo viva la capacidad de sorpresa. Hace mucho me preguntaron en una exposición por qué mantenía una atmósfera en mis cuadros tan perfeccionista y a la vez tan infantil, ya ve, ¡infantil! Y les dije que quería seguir siendo niño hasta que me sorprendiera la vejez. Cuando ya no tenemos ganas de evolucionar, empezamos a morir lentamente. Se nos escapa el niño. Usted ve a un viejo, yo sigo siendo un crío. Solo he cambiado la carcasa.

Me observó con una mirada penetrante mientras yo me hacía pequeña frente a él.

- Usted, ¿qué quiere? ¿Color?

- Sí -balbuceé.

- Y bien...¿Qué se lo impide? -preguntó con voz meliflua-. Los únicos límites que uno tiene son aquellos que uno se impone a sí mismo. ¿Quiere que le repita mi edad?

Yo alcé la mirada hacia uno de los ventanales. Se veía todo Madrid atardeciendo: giré a mi derecha, la luz anaranjada estaba brillando en las azoteas, me volví a mi izquierda, donde los árboles del Retiro parecían moverse en masa por el reflejo del sol de media tarde. Imaginé que detrás de mí el crepúsculo también empezaba a asomarse. Era el ocaso de un día, pero sentí que era también el de una época. Nada me retenía, me había deshecho de una parte de mi lastre, el viejo pintor cortó el último amarre inútil.

- Nadie va a caminar por usted. Deje de dar rodeos a su vida y trepe allí donde quiera subir. Teresa..., ¡márchese! ¡Vuele!

FIN...de este capítulo

Espero que les haya gustado, a mí mucho. Ahora toca seguir leyendo el libro a ver cómo acaba...

miércoles, 27 de febrero de 2013

Una luz al final del camino

Intento disfrutar cada día de mi vida como si fuera el último y ahora siento que el tiempo vuela, todo está sucediendo muy rápido. Hace unos meses, cuando comencé con el tratamiento, se me hacía cuesta arriba pensar en lo que todavía faltaba, pero ahora, a estas alturas del partido, siento que ya estoy viendo la luz al final del camino y, tal vez por eso, el tiempo pasa más rápido porque no temo lo que viene sino que, por el contrario, ansío lo que va a venir.


Tengo mis días de impaciencia, por supuesto, pero en general, cada vez soy menos consciente del tiempo, intento no pensar en lo que queda, sino vivir más el presente. Siempre me digo que todo llegará, que lo que tenga que ser...será.

lunes, 25 de febrero de 2013

Tengo ganas de más

El día comenzó con un buen desayuno inglés y después dejé fluir mi espíritu aventurero...

Ayer exploré un nuevo rincón de la isla, uno en el que sólo había estado una vez en mi vida.


Me sentí un aventurero en busca del pueblo de Tenesa, en el noroeste de la isla. Gracias a la ayuda de unos chicos pude tomar el desvío acertado y, aunque no las tenía todas conmigo, me dejé llevar, pues llegara al pueblo o no, estaba disfrutando por descubrir nuevos horizontes.

...pero finalmente llegué...y la sensación de paz y tranquilidad fue maravillosa.


Tengo ganas de seguir descubriendo nuevos lugares; tengo ganas de sentir que quiero seguir haciendo cosas; tengo ganas de disfrutar de todo lo que me rodea, tengo ganas de más y más cosas que aún están por llegar.

viernes, 22 de febrero de 2013

¿El fuego quema?

Por supuesto que sí, quema...y mucho. Sin ir más lejos, el otro día me quemé haciendo palomitas al estilo tradicional, poniendo en una caldera el grano con un poco de aceite, aunque lo que realmente me quemó fue el aceite caliente y no el fuego.

Pero el fuego quema, porque así nos lo han dicho desde pequeños, que tengamos cuidado con el fuego...

Pero claro, si quema...¿cómo fui capaz de caminar sobre las brasas?


Claro que podría haber caminado...y me pude haber quemado...


...pero no me quemé, de verdad que no me quemé... Tenía tal cara de concentración que andé sobre las brasas sin pensármelo dos veces...

Y no fui el único, otros también pudieron, incluso parece que iban la mar de felices dando un paseo sobre el fuego...
 




Esto es otro ejemplo más de que podemos hacer cosas que...aparentemente...nos resultan imposibles.

El fuego quema, no nos vayamos a engañar, pero puede no quemar, si caminas con la certeza de que no te va a quemar; sólo hay que pensar en esa posibilidad, hay que creer en que lo imposible (porque así nos lo han hecho creer) puede ser posible.

jueves, 21 de febrero de 2013

Volví a romper la flecha

Hoy me incorporé nuevamente al trabajo y hoy la gente me ve más guapo y radiante, no sé si por el tratamiento de belleza o porque estoy estrenando una crema hidratante con alto contenido en aloe vera. Sea como sea, la gente me ve muy bien y eso me hace feliz y con ganas de seguir adelante.

Y con ganas, con muchas ganas, volví a romper la flecha. No puede haber nada que me impida llegar a la meta que me he propuesto, así que si el obstáculo es una flecha, debo acabar con ella.
 


Ésta fue otra de las pruebas que nos hicieron hacer en la jornada de FIREWALKING y creo recordar que todos pudimos con la flecha. Si yo puedo, tú también puedes...


Para escépticos como mi madre, decirles que no son flechas de plástico, son las flechas que se utilizan en las competiciones oficiales de tiro con arco, con la punta redondeada.


Insisto, todos podemos, sólo hay que vencer el miedo.

viernes, 15 de febrero de 2013

¿Te atreves con el cristal?

Hoy quiero hablarles de caminar sobre los cristales...


El primero en hacer la prueba, obviamente, fue el instructor...


¿Impresiona, verdad? Pues si ver una imagen impacta, escuchar el sonido de los cristales romperse mientras alguien camina...pone la piel de gallina...y un nudo en la garganta...



Mientras estoy escribiendo, me viene a la mente el momento en el que pasé por los cristales y me pregunto cómo fui capaz de hacerlo. Como yo tengo tan claro la meta que quiero...al final del camino visualicé mi sanación y pensé que los cristales no iban a poder conmigo, que el camino sería complicado, tal vez doloroso, pero no imposible, así que sin más empecé a caminar...


...paso a paso, con firmeza, sintiendo el cosquilleo de los cristales al rozar mi piel, pero sintiéndome seguro con cada pisada...




...y llegué, llegué a la meta, sintiendo una paz inmensa, sabedor de que si quiero...puedo.

...y podré con la nueva sesión de belleza del lunes. ¡Feliz fin de semana!

jueves, 14 de febrero de 2013

Resacón del Firewalking

Las emociones vividas el pasado domingo en el Firewalking siguen estando muy presentes, tanto que en estos días parece que me ha comido la lengua el gato, porque no sé qué escribir, o tal vez tengo tantas cosas que contar que no sé por dónde empezar.

A esto le añado que he tenido afonía, aunque ya me estoy recuperando; probablemente haya sido de todo lo que grité el domingo. Las frases responsables de mi afonía son las siguientes, pues teníamos que decirlas a viva voz antes del comienzo de cada actividad para subir la adrenalina y estar preparados para todo...



Aunque he guardado silencio para recuperar la voz, esto no es excusa para dejar de escribir, pues aquí me expreso a través de la escritura sin necesidad de forzar las cuerdas vocales.



Así que ya estoy preparado para explicar qué pasó el domingo, qué sensaciones tuve al hacer cada prueba; quiero contarles detenidamente cada una de las cosas que hicimos, cómo nos enfrentamos a la madera, las flechas, el acero, el cristal y el fuego para vencer nuestros miedos. Sólo necesito recopilar algunas fotos para ilustrar la experiencia y mañana serán testigos de lo ocurrido.


lunes, 11 de febrero de 2013

Nada puede conmigo

No pudo la madera, pues fui capaz de romper una tabla con mis propias manos; no pudo la flecha, la cual rompí nuevamente con la punta apoyada sobre mi garganta; no pudieron los cristales, porque fui capaz de caminar sobre ellos sin hacerme ningún corte; no pudo el acero, pues junto con mi compañera Eva doblamos una varilla sin dudarlo ni un solo momento, y no pudo el fuego, porque fui capaz de caminar sobre las brasas...



Si nada de esto pudo conmigo, tampoco el cáncer va a poder conmigo. Gracias al cáncer estoy descubriendo mi verdadero potencial, lo cual me alegra enormemente. Tengo en mi poder las herramientas necesarias para confiar en que todo va a salir muy bien, como así está sucediendo, así que sólo me queda dar las gracias a aquellos que me las han enseñado.

A esto es a lo que me refería con lo de que el domingo probablemente haría cosas extraordinarias...y así ha sido, sin lugar a dudas. Participé en un curso de FIREWALKING, caminar sobre el fuego, pero no sólo fue eso, sino mucho más, pues se introdujeron otros elementos como los cristales, la madera, las flechas y el acero. Una experiencia grata y un domingo diferente, que pude compartir con un grupo maravilloso.



Seguramente, cada uno tendría sus propios miedos, pero cada uno habrá salido reforzado para superarlos.

sábado, 9 de febrero de 2013

Lugares inesperados

A veces tienes pensado hacer una cosa y resulta que acabas haciendo algo totalmente distinto; a veces se te pasa por la mente que no imaginabas estar haciendo lo que estás haciendo, o estar en el lugar en el que precisamente estás, pero las circunstancias te conducen a él...o la casualidad; a veces la vida te lleva a lugares inesperados, lugares en los que nunca habías estado...y simplemente te dejas llevar y disfrutarlos como un regalo.

El jueves me pasó eso, descubrí un nuevo rincón de la isla, un lugar inesperado...




Acabé la tarde visitando a mi ahijado y cenando en un hindú, aunque eso sí estaba ya en mis planes. ¡Qué buena es la comida cuando tienes ganas de comer! Y después de la cena, no sé si por el efecto de las especias, acabé saltando en medio de la calle y diciendo a viva voz: ¡serán unos carnavales diferentes, pero felices!
 
Y este domingo, mañana, tal vez haga cosas extraordinarias...pero hasta aquí puedo escribir porque ni yo sé lo que puede ocurrir...

jueves, 7 de febrero de 2013

Volver a nacer

Cada vez que me incorporo nuevamente al trabajo después del tratamiento de belleza, no es tanto como volver a nacer, pero sí siento que es volver a la normalidad, volver a estar en plena forma para disfrutar de esta vida.

Pero a vueltas con lo de volver a nacer, no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendarles esta, en mi opinión, fantástica película. Es de esas películas que están bien hechas, muy bien hechas, a pesar de las críticas que ha recibido; es de esas películas que necesitas reposarlas y compartir los detalles con aquellos que te han acompañado al cine, como hicimos nosotros, un grupo de cinco que tuvimos posteriormente que tomar un café para analizarla; es de esas películas que te hacen sentir y la quieres recomendar,  así que merece mucho la pena y por eso la recomiendo.


Aunque ya saben que para gustos colores...pero yo ¡¡¡la recomiendo!!!

viernes, 1 de febrero de 2013

Los domingos

Los domingos están siendo un tanto peculiares; algunos de ellos, víspera de mi tratamiento de belleza, tengo las ansias de aprovechar cada segundo y que no se acabe el día, pero mi mente ya está vislumbrando que al día siguiente tengo que ir al hospital; otros domingos, los que no son víspera de nada, los disfruto con una tranquilidad inmensa porque pienso que aún tengo una semana por delante para disfrutar de esta maravillosa vida antes de enfrentarme nuevamente al momento belleza.

Sea como sea, cada vez intento ser menos consciente del tiempo, porque si se aproxima el domingo víspera de tratamiento, sé que mañana será lunes, pero dentro de nada será martes y, en poco tiempo, volveré a estar trabajando, así que tendré que vivir cada día y sacar algo positivo de cada uno de ellos.

El domingo víspera anterior tuve la inmensa suerte de escuchar el piano de la mano de Josu Okiñena, todo un placer para los oídos y todo un regalazo para mi alma, pues me dejó libertad para expresar mis emociones y liberarme de las lágrimas que bloqueaban mi mente. ¡Qué bueno es llorar cuando te sale llorar! Creo que eso me dio la serenidad y calma que necesitaba para lo que tuviera que suceder el día después...
 




Este domingo volveré al Mercadillo de Teguise y visitaré, muy probablemente, el Convento de Santo Domingo, aunque el piano estará vacío...
 



...el piano estará vacío, pero me quedará el recuerdo y su música, mi favorita de Chopin...
 


Feliz fin de semana a todos y pronto estaré de vuelta...porque así lo siento.