Los días grises me invitan a mirar a través de la ventana y deleitarme
con la lluvia que va cayendo hasta mojar la tierra o la calzada. Como si fuera
un niño que ve caer el agua por primera vez, pero en Lanzarote pasa tan de vez
en cuando, que cuando sucede es como si fuera la primera vez. Y refugiarme
entre las letras para sacar aquello que llevo dentro, tecleando a ver qué sale
pero sin esperar que salga nada. A ver qué sale si es que sale algo. La
tormenta a veces te sorprende, regalándote llamadas inesperadas o mensajes que
estuvieron en tu móvil pero que por razones inexplicables desaparecen, como si
el vendaval se los llevara. ¿Será el destino, tal vez? Eso me dijo ayer el
maestro de mi vida, siempre presente. Me alegró mucho escucharlo, sentirlo,
aunque fuera lejano. Pero en mi corazón está muy cercano.
¿Por qué siento paz donde aparentemente hay tormenta? Siento paz, un
indicativo de que estoy sanando…
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