domingo, 27 de diciembre de 2015

Jacuzzi en el paraíso

Hace unos meses escribí una entrada titulada "jacuzzi en el infierno" que describía la conversación entre dos galletas que estaban en un tazón de leche hirviendo. Las dos se quejaban de la situación, pero mientras una quería cambiar y salir de allí a toda costa, a pesar de los miedos, la otra ponía excusas y se resignaba a quedarse allí, prefiriendo lo malo conocido que bueno por conocer...

El día de nochebuena, después de nadar sin parar durante más de cuarenta minutos, me metí en el jacuzzi burbujeante que estaba junto a la piscina. No había casi nadie, solamente dos personas nadando y un monitor que vigilaba las instalaciones, pero al estar allí me dio la sensación de que estaba solo, metido en un jacuzzi en el paraíso, sin ruidos, sin pensamientos, en silencio, descansado. El agua no estaba hirviendo, sino calentita. Daban ganas de estar allí y recordé la diferencia entre ese jacuzzi y uno en pleno infierno...


Experimenté lo que es estar en un jacuzzi en el infierno, también lo que es salir de ese agua hirviendo. Por eso, tal vez, agradezco con más intensidad cuando me siento en el paraíso, porque también sé lo que es estar en un escenario opuesto. Sea lo que sea, me dan ganas de escribir la última entrada del año desde el sofá de mi casa recordando que para salir de ese jacuzzi infernal es necesario emprender acciones, acciones que hoy mi amigo José Antonio ha recordado o aconsejado a muchos de los presentes, entre ellos a un familiar muy cercano. Gracias...

Ya, acabo la entrada, acaba este día, se está acabando el año...pero empieza, empezará pronto un nuevo día, empezará en breve un nuevo año...y seguirá, seguirá mi camino que no se sabe hasta dónde llegará porque no tiene que llegar a ningún lugar. Gracias por todo lo vivido y gracias por todo lo que está por llegar...

lunes, 21 de diciembre de 2015

Hasta el final de la playa

Esa sensación de que te levantas y no sabes qué hacer. Bueno, realmente sí sé lo que quería hacer y dónde quería estar, pero como que no lo tienes todo planeado y te dejas guiar por la intuición…


Por eso empecé el día dando un paseo por Guacimeta y maravillándome con la belleza de los cielos y la potencia de los enormes pájaros de acero al aterrizar. Me sigue impresionando que pasen por arriba tan cerca de mí…


Después un corazón con manos simbolizaba a la perfección la esencia del reiki: caer al corazón y sanar con las manos. Y tras esa representación me fui rumbo a Famara, porque quería volver a pasear por la playa que tantas veces me ha llenado el alma. Lo que no sabía ni pretendía a priori, es que llegaría hasta el final de la playa, algo extraño y que nunca había podido hacer en un mes como diciembre, en el que las mareas no vacían tanto, pero me dije por qué no, por qué no intentarlo. Había un tramo un tanto intransitable, pero atravesé el muro de callaos y llegué hasta el final. Un grito de júbilo y agradecimiento intentó batirse con el sonido de las olas del mar, pero el grito fue casi imperceptible comparado con la furia del mar, que no dejaba de producir olas y que alguna llegaba con bravío hasta mis piernas, que se afianzaban en la arena para aguantar la embestida y evitar la caída…




Y después llegué al rinconcito de mi angelito de la guarda, otro lugar donde el mar hacía gala de su poderío y sólo quedaba rendirse a sus pies y disfrutar del espectáculo de la naturaleza. Por poco no vi a mi angelito, pero si no lo vi es porque no lo tenía que ver y seguí mi camino solito, añorando la compañía, pero agradecido por estar conmigo mismo…



Llegué a casa descalzo, ensalitrado, como si fuera uno de esos días de verano en los que vas a la playa. Una ducha y a la cama. Si votar es decidir en quién confiar, ayer yo también fui a votar…

viernes, 18 de diciembre de 2015

Sin miedo al fracaso

No tengo miedo al fracaso, entre otras cosas porque el mayor fracaso es no intentarlo y yo sí lo estoy intentando. Gracias, de corazón, por todas las cosas que me tienen totalmente entusiasmado. El acto de hacerlas realidad es lo que me tiene motivado...

Hoy haremos un brindis navideño con el Grupo VIVE y las propuestas y sugerencias volverán a llenarlo de vida. Después de dos años, el entusiasmo de los participantes está logrando que el grupo se afiance y nuevas actividades, sorprendentes y novedosas, colmarán el calendario del año que viene. Gracias, de corazón, a todos aquellos que hacen posible este grupo cuyo lema es vivir, antes, durante y después. Vivir...




jueves, 17 de diciembre de 2015

Competición VS Superación

Mi amiga Carmen comentaba ayer que el profesor de su hijo, que tiene cinco años, mandó a sus alumnos a prepararse un poema navideño y, los tres mejores, serían elegidos para leerlo delante de todo el colegio. Ella le dijo que no le parecía adecuado porque, en cierta manera, estaba fomentando la competitividad entre los niños y ya empezarían, desde muy temprana edad, a intentar ser mejores para agradar a los demás o a sentirse inferiores si no lograban lo que lograban los demás. Es que de eso trata la vida, de competir, decía él. No, la vida no es una competición, eso es lo que te han hecho creer, respondió ella...



Claro, es que desde siempre nos han inculcado la competitividad cuando en realidad se trata de superarnos a nosotros mismos, pero nunca compararnos. Por poner un ejemplo, el otro día en la piscina yo salí pletórico porque conseguí nadar, durante los cuarenta y cinco minutos de clase, 1500 metros, todo un récord no conseguido hasta la fecha. Había nadado 1300, 1400, incluso 1450 metros en alguna clase, pero nunca había llegado al kilómetro y medio. Cuando quedaban 10 minutos para finalizar, que llevábamos 1200 metros, le dije que tenía ganas de llegar a 1500 para ver si podía superarlo. A toda pastilla lo pude lograr y fue una satisfacción. Otra cosa es cuando miro de reojo lo que hace el compañero y me pico con él e intento que no me sobrepase. Ahora lo veo, me río, y desisto de esa competición que no me lleva a ninguna parte. Ahora me centro en mí, superando mis límites, aunque siempre sin exigirme, no vaya a pretender querer hacer 3 kilómetros cuando todavía estoy por la mitad. Supongo que será progresivo, poquito a poco, como está resultando hasta la fecha. Cada uno a su ritmo, yo centrado en el mío…

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Tocando el piano

El otro día, esperando a mi compañera para enseñarle el local, me dio por abrir la tapa del piano y empezar a tocar cada una de las teclas que lo conformaban…


Lo tenía delante de mí y no quise desaprovechar la oportunidad de tocarlo para experimentar eso que tantas veces me han contado, que la vida es como un piano, compuesto de teclas blancas y teclas negras, y cada una de esas teclas es absolutamente necesaria para que la melodía suene armoniosa. Así que empecé a tocar, las blancas y las negras, las más graves y más agudas, con una mano, con las dos, incluso probé a hacer eso de tocarlas todas una detrás de otras, empezando por las más graves y después haciéndolo al revés. El sonido de cada una de ellas era perfecto y mezcladas ya ni te cuento. Eso sí, que nadie piense que tengo dotes musicales porque no es así, lo mío, si acaso, va más con escribir. Para eso ya tengo amigos músicos que saben tocar muy bien y yo me deleito con escucharles, pero ya puedo decir que he tocado el piano por primera vez...


Tocando el piano, me acordé de aquella vez que mi amigo Josu Okiñena tocó ese instrumento exclusivamente para mí en el Convento de Santo Domingo antes de una sesión de belleza. En ese momento todavía desconocía la simbología del piano y sus teclas, pero allí estaban mostrándome el camino. Teclas negras, Ibán, teclas negras que vas a pasar porque serán fundamentales para que después lleguen las blancas y las disfrutes con libertad. Son recuerdos que me llegan y me hacen emocionar. Las piezas de Chopin me hicieron vibrar. Eternamente agradecido...

martes, 15 de diciembre de 2015

La sabiduría de caer y levantarse

Esto va hoy de levantarse, y no de levantarse todos los días de la cama para ir a trabajar o comenzar la jornada, sino de levantarse tras caerse y pensar que nunca más vas a poder estar de pie…

Un amigo decía hace unos días que no le importaría caerse mil veces si se puede levantar mil y una veces. Caerse mil veces y levantarse de nuevo, en eso consiste la vida. O como dijo Nelson Mandela: “La mayor gloria no es nunca caer, sino levantarse siempre”...


Caer y levantarse es la mayor sabiduría…

lunes, 14 de diciembre de 2015

Coger el cebo

Entre las cosas que hice ayer, fue dar un paseo familiar por la costa y observar a unos pescadores tirar la caña. De repente me imaginé el símil de lo que podría ser para los peces coger el cebo. ¿Cojo el alimento aparentemente fácil o me quedo en el océano? ¿Voy a lo cómodo, ese trocito inmóvil que está esperando por mí, o exploro el espacio infinito que me rodea? Claro que ellos no se imaginan que mordiendo el cebo se acabaría su vida, pero es el riesgo que entraña estar en la zona de confort, que te puedes quedar atrapado en vida. Muchas veces preferimos escoger una aparentemente seguridad limitada que la abundancia ilimitada...


jueves, 10 de diciembre de 2015

Cuadros con mensaje

Cuando pinté la casa en septiembre quité muchos de los cuadros viejos que tenía. Me apetecía reemplazarlos, pero no quería comprar cualquier cosa, sino algo que realmente tuviera un significado, que me transmitiera nada más verlo…

Pues bien, en Camden Town, uno de los barrios más populares de Londres, encontré estos cuadros con mensaje


El primero dice “sé libre”. Al fin y al cabo, la felicidad trata de eso, de ser libres, de sentirse libres…


El segundo dice que “siempre hay esperanza”. Este cuadro me gusta mucho y el mensaje es esperanzador. Por muy mal que lo estemos pasando, siempre hay lugar para la esperanza. Esa niña de espaldas intentando coger un globo con forma de corazón…


Libertad, esperanza, amor. Estos mensajes cuelgan ahora de las paredes de una habitación. Cada vez que los veo, me recuerdan esa libertad, esperanza y amor que inundan o quiero que inunden mi interior…


Y como hoy parece que va de mensajes, este último no salió de un cuadro, sino de un ser maravilloso que tengo la inmensa fortuna de conocer. Me emocionó tanto, que por aquí lo comparto: “sé que todavía caeré muchas veces pero ahora sé que, cada vez que me levante, será para algo mucho mejor”

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Agradeciendo el viaje

La verdad es que, durante muchos momentos, agradecí a mis compañeros la experiencia del viaje. Incluso alguna vez estuvimos a punto de hacer la meditación de la gratitud y caer al corazón. Algunos me miraban con cara rara y me decían que ellos jamás podrían hacer eso de caer al corazón, pero yo sé que sí podrían, porque en su momento yo también decía que sería incapaz y alguna que otra caída ya he experimentado...



Lo cierto es que estoy muy agradecido, por la salud, la vida y por mis compañeros, con los que he vivido muchos momentos durante nuestro corto pero intenso viaje a Londres. Gracias a tod@s, de corazón...

jueves, 3 de diciembre de 2015

Miedo biológico y miedo psicológico

Si algo te da miedo plantéate estas dos preguntas: ¿Esto que voy a hacer me va a provocar la muerte? ¿Esto que voy a hacer me va a generar una enfermedad terminal? Si la respuesta es sí, estaríamos ante un miedo biológico. Por ejemplo, si alguien va hacia ti con un cuchillo en la mano instintivamente te apartas porque sabes que si te lo clavan te podrías morir. Si alguien te invita a beber veneno rechazarías la oferta salvo que voluntariamente quieras poner fin a tu vida. El miedo biológico hace que instintivamente te alejes de esos peligros…


En cambio, si la respuesta es no, estaríamos ante un miedo psicológico. Es como una amiga que al final ha decidido no ir de viaje porque teme que le pueda pasar algo. ¿Y si hay otro atentado? ¿Y si nos pasa algo? Pues si pasa, pasó, no hay más, no podemos controlar lo que ocurra en el mundo. Yo decido viajar porque no tengo miedo y, si remotamente lo tuviera, elijo cruzar la barrera del miedo. Ya lo he dicho muchas veces: el mayor antídoto para el miedo es caminar hacia el miedo. Si cruzas y sales de tu zona de confort, te espera el regalo. Si no decides cruzar sigue en tu zona de confort, pero si no haces frente a tus miedos, la zona cada vez se hará más estrecha y será imposible vivir en ella. Sobrevivirás, tal vez, pero no vivirás…



miércoles, 2 de diciembre de 2015

El equilibrio perfecto

Ayer fui al banco a retirar unas libras que necesito para mi próximo viaje a Londres y mi amiga la banquera, como a mí me gusta llamarla cariñosamente, me sorprendía diciéndome que cómo había cambiado. Antes no paraba de trabajar y ahora no paraba de viajar. La verdad es que no sabía que tuviera esa percepción de mí, ni siquiera yo mismo pero, si me remonto a unos cuantos años atrás, es verdad que no paraba de trabajar, hasta incluso en dos trabajos a la vez. Ahora, en cambio, trabajo para vivir y, el resto del tiempo, lo dedico a vivir. El equilibrio perfecto, trabajar justo lo necesario. Además, me gusta el trabajo que hago…


martes, 1 de diciembre de 2015

No hay truco

El truco es que no hay truco. Esa fue la conclusión a la que llegó Anabel, esa simpática murciana que vino dispuesta a todo con tal de liberarse de sus miedos. Así lo hizo, lo dio todo, pero se percató de que realmente todo lo que necesitaba estaba en su interior. No hay truco, en su interior está todo lo que necesita…


Y por aquí comparto algo que he leído…


“Así es el perderse para encontrarse. Se hace libre quien se desprende y olvida de sí para llegar al auténtico sí mismo. Vaciarse por completo es camino de libertad, de la opacidad a la transparencia unificándose con el universo entero”.