Determinación en la mirada, cada uno de nosotros entrena por un objetivo distinto, una meta soñada... A veces me da por pensar que no lo lograré, que no estoy lo suficientemente preparado, pero entonces me recuerdo que el único fracaso será no intentarlo...
A pesar de que apenas he hecho un par de presentaciones debido a las restricciones, la novela ha tenido una gran acogida. Y de repente… YO está en el Top Ten, la lista de los diez libros de la Editorial más vendidos durante el 2020… Escribir esto hace que me acuerde del consejo que me dieron al presentar mi primer libro autobiográfico Cuando abracé la vida (un canto a la esperanza): «Mide el éxito del libro no por el número de copias vendidas sino por el número de personas a las que les puedas cambiar la vida». Ese siempre ha sido mi lema, no centrarme en las ventas sino aportar risas, entretenimiento y ayuda a las personas que lo lean…
¿Y dónde radica el éxito de la novela? Siento que el lenguaje es tan sencillo y los personajes tan naturales y reales, que hace que las personas se sientan identificados con ellos. Como dice la sinopsis, es una novela que atrapará al lector desde la primera página y lo llevará a sumergirse por un mar de sensaciones hasta un inesperado final en el que cada uno dará rienda suelta a su imaginación… Tanto les engancha, que desde que lo acaban casi todos me han pedido una segunda parte…
LOS 10 LIBROS MÁS VENDIDOS DE 2020
Además de monja y escritora, era una mujer muy despierta. La loca de la casa, así decía Santa Teresa de Jesús para referirse a los pensamientos, ese murmullo incesante en tu cabeza… ¿Y qué nos queda? Observar, escucharnos, saber qué o quién se esconde detrás de ese diálogo mental…
Vale la alegría que te roben una lágrima, un suspiro, una risa o el aliento si el ladrón es un libro, sumergirte entre sus páginas y dejarte llevar por la historia que narra. Supe, cuando leí esa frase, que ya era el momento de anunciarlo: ¡Habrá segunda parte!
Y de repente... YO se convertirá en un Y de repente... (aún no lo quiero desvelar). Es un proyecto, nada más, estoy en ello, sin prisa y con pocas pausas, pero si la vida lo quiere porque me sigue dando vida para acabarla, sabremos cómo continuará la historia de Alicia y compañía... Y que el libro sea un ladrón de risas, suspiros, lágrimas y cualquier emoción que nos llene de vida, esa es mi intención...
Ajustar los tornillos para ver la realidad de una forma distinta, engrasar el motor para que nos permita arrancar y avanzar… Todo es reversible siempre y cuando así lo creas... A veces es necesario pasar por mecánicos de la mente, manos amigas que te ofrecen valiosas herramientas para caminar por la vida…
Preparar los artilugios de pesca, recoger el barco del garaje, engancharlo al remolque, arrastrarlo hasta la orilla del mar, aparcar el coche antes de salir a navegar, arrancar el motor, fondear, poner la carnada en los anzuelos… ¡Chiquita traquina! Esa típica expresión canaria fue la que escuché y no pude sino sonreír… Todo eso es lo que hay que hacer para ir a pescar, y no solo eso, sino que cuando acabas tienes que sacar el barco del agua, engancharlo al motor y limpiarlo todo antes de devolverlo al garaje… Si de mí dependiera, hubiera desistido de esas arduas tareas en el minuto uno, pero como me lo encontré casi todo hecho pude gozar de un maravilloso día de pesca. Solo tuvimos que estar atentos a ver si algo picaba en el anzuelo y la variedad fue infinita: peces araña, lagartos, tamboriles, bogas, sargos… Las piezas eran tan pequeñas ―a ojos del capitán― que las lanzábamos al agua nada más pescarlas y les dábamos una segunda oportunidad…
Entonces extrapolé la situación a la meditación y los pensamientos… Lo ideal es observar los pensamientos desde la barca sin identificarnos con lo que nos están contando o recordando, pero si por casualidad pescamos algunos y nos enredamos con ellos, podemos quitarles el anzuelo y devolverlos al mar. Sigue contemplando la belleza del paisaje y del instante presente y deja los pensamientos a un lado, así estarás verdaderamente en paz…
Compartir mis emociones con ella, recibir sus consejos, contarle mis proyectos... Y cuando soy consciente de que ya no la veré nunca más, cierro los ojos, la siento muy adentro, me pongo a conversar con ella en silencio e imagino la cara de sorpresa o felicidad que pondría al saber que voy a hacer esto o aquello... A veces anhelo que me venga a visitar aunque solo fuera un día, ¡la de cosas que haríamos juntos y la de platos tan riquísimos que me prepararía! Sonrío con solo pensar que volvería a ser su conejillo de indias para probar tantas delicias... Será difícil vivir esa experiencia, omito lo de imposible, nunca se sabe, pero sus palabras y amor incondicional me siguen llegando, aunque ahora de una forma distinta... El amor difícilmente se olvida...
Cada uno marca sus propios retos personales, el mío en concreto en menos de cuatro semanas y ya lo estoy visualizando... pero en medio de todo y que te lleva en volandas hacia la consecución personal está el grupo, ese extra de energía llamada sinergia y que te arrastra inevitablemente hasta la meta, esa camaradería que te hace sacar una sonrisa, ese compañerismo que te alienta con sus ánimos, esa unión que hace la fuerza... Formar parte de un grupo en sintonía es un gran regalo...
A veces caigo en la tentación y critico y juzgo a los demás, no voy a ir de santo por la vida y hacer como que no rompo un plato, pero cuando me doy cuenta intento parar en seco porque trato de seguir mi máxima: No hacer a los demás lo que no me gustaría que me hicieran a mí... Cada quien que haga lo que quiera...
Y nacimos para ser esculpidos y sacar una mejor versión de nosotros mismos… Cada caída, cada fracaso, cada reto es más que necesario para seguir lijándonos y sacar ese diamante que llevamos dentro… Vinimos al mundo para florecer por dentro y sacar a relucir nuestro máximo potencial. Estamos aquí para ser nosotros mismos, así que no nos despistemos y sigamos confiando en nuestro valor divino…
En cuestión de horas pasé de estar en la lista negra a convertirme en un ciudadano solidario y ejemplar. ¿El motivo? No lo voy a contar… Lo que traté de hacer fue despersonalizar, no identificarme con nada de lo que estaba ocurriendo… Si era un ser malo o era un ser bueno, era únicamente opinión de ellos. Yo soy lo que está detrás del juicio del ego…
Hace unos días me recordaron que en una entrevista que me hicieron hace ya unos cuantos años, me dijeron que mi nombre se escribía con "b" de batalla. Se me había olvidado, tal vez porque nunca hubo una batalla. Si algo me dejaron claro es que contra la enfermedad no tenía que luchar, sino simplemente escuchar el mensaje que me quería dar... Y así lo hice, contra la enfermedad nunca batallé, si acaso luché fue contra mis propios miedos que me llevaban al abismo de la muerte y me decían que era imposible recuperar mi salud...
Ibán con "b" de bendición. Eso me resuena más, sentir que es una bendición encontrarte con espejos que alimentan tu alma y te ayudan a seguir sanando... ¡Cuánto echaba de menos una chocolatina Tirma al bajar del avión!
Y me llegó esta reflexión de Arthur Schopenhauer que quiero compartir por aquí: "Lo que más odia el rebaño es aquel que piensa de modo distinto; no es tanto la opinión en sí, sino la osadía de querer pensar por sí mismo, algo que ellos no saben hacer".
La Semana Santa me ha dado por reflexionar...
