viernes, 29 de mayo de 2015

La reina de París

No te marques un plazo para sanar, simplemente visualiza que ese momento llegará. Eso es lo que me dijeron y eso fue lo que llevé a la práctica. Antes de acostarme me imaginaba celebrando la sanación de múltiples maneras. Lo vivía de una forma tan intensa que muchas veces se me saltaban las lágrimas imaginando ese momento. El escenario cambiaba, incluso varias veces la misma noche, pero el protagonista y el motivo seguían siendo el mismo: yo mismo celebrando la sanación...


No fue una obligación hacerlo ni tampoco una excusa para viajar, porque el viaje salió por casualidad. Como le dije a mi compañero de viaje, los billetes me encontraron sin buscar. El caso es que la semana pasada volví a París y pensé, por qué no hacerlo realidad. Una de esas veces en las que soñaba me imaginé subiendo otra vez la Torre Eiffel. Cuando esté sano, me decía, volveré a subir. Ese momento llegó el miércoles pasado y, aunque no lo viví como supuestamente lo había imaginado o soñado, sólo sé que cerré los ojos y sentí un agradecimiento profundo por estar ahí. Gracias por estar sano, completamente sano, y gracias por darme la oportunidad de seguir viviendo y aprendiendo...


La reina de París, como a mí me gusta llamarla, me volvió a encandilar...




miércoles, 20 de mayo de 2015

Razones para ser malo

Dime tres razones por las que hay que ser malo. Eso le propuse a un par de compañeras y no supieron qué responderme. Ni siquiera me dieron una razón válida, pero seguían erre que erre en que había que portarse mal para no sufrir o que no abusaran de uno, aunque con la sonrisa dibujada en sus bocas. Pues no estoy de acuerdo con esa creencia, les dije yo, además, ¿se imaginan la cantidad de energía que hay que gastar para hacer de malo, cuando lo fácil y natural es que desprendas bondad, porque somos buenos por naturaleza?


El otro día escuché esto en una serie de televisión y me dio por copiarlo...

¿Por qué les pasan cosas malas a las buenas personas? Nos lo preguntamos tan a menudo que se ha convertido en un cliché, pero a las buenas personas les pasan cosas malas, constantemente...”

Yo diría que pasan cosas, ni buenas ni malas, a las personas, ni buenas ni malas. Son teclas negras y blancas por las que inevitablemente tenemos que pasar. Eso de bueno y malo es una etiqueta que deberíamos ir soltando. El texto continuaba así...

Solo queda la esperanza de que cuando te toque a ti sabrás qué hacer, cómo afrontarlo, cómo perseverar... La verdad es que no sabes cómo reaccionarás en el peor de los supuestos. Nadie lo sabe hasta que pasa...”

Sí, cuando nos llega una tecla negra nos bloqueamos por el miedo. Un nubarrón ha tapado el sol que nos iluminaba, pero todo tiene una explicación. Aunque de primeras no sepamos cómo hacerlo, saldremos adelante...


Y con esto y un bizcocho me despido hasta dentro de unos días. Mientras tanto, a seguir siendo lo que somos, seres amorosos...

martes, 19 de mayo de 2015

Yo qué sé

La risa es una constante en mi vida. Hasta cuando estoy nervioso, me río. Es mi sustento y me siento raro si no me estoy riendo. Ayer, en la consulta, andaba algo inquieto o desinquieto, como solemos decir los canarios, andando de un lado para otro mientras esperaba la llegada del médico. Me dio la risa al pensar que, dentro de dos meses, pudiera estar así interpretando el papel de inquieto. La cuestión es que me daba la risa porque durante los minutos de espera en la consulta la mente se pone a elucubrar todo tipo de situaciones y resultados. Y si te dicen esto, y si te dicen lo otro, y si no puedes ir más de viaje, y si tienen que ponerte esto... Yo qué sé, no sé, cállate un rato. Está chiflada y me quiere volver chiflado. Y de repente lo ví claro. Yo no estoy asustado, nunca lo he estado. La que se pone de los nervios cada vez que va a recibir los resultados es la cabecita, ese programa de pensamientos que no para de hacer conjeturas y suposiciones, a cada cual más disparatadas. Ni siquiera es mala, sólo hace su función, estar en conflicto porque no sabe hacer otra cosa. Simplemente estaba asustada y no me iba a enfadar con ella. Me entró tal compasión que me dieron ganas de achucharla, de agasajarla entre mis brazos. Ven, siéntate conmigo, deja de pensar, lo que tenga que ser será. Ya nos ocuparemos después de lo que nos diga el médico...


Entonces, le dije a la doctora, me voy a dedicar a seguir viviendo la vida. Sí, a disfrutarla a tope que son dos días, me respondió ella. Todo está como tiene que estar...

lunes, 18 de mayo de 2015

Comida en Famara

La verdad es que no recuerdo muy bien quién propuso la idea, pero debe de ser que tras mi vuelta hablé con tanto entusiasmo de la comida jordana, que enseguida un grupo de amigos quedamos organizando una quedada para degustar tan suculento manjar...

Todos llevamos algo preparado...



La comida estuvo deliciosa, con unos postres que nada tienen que envidiar a los que probé allá...



Y la compañía más...
 

 
Fue lindo regresar al cobijo de Famara después de tantos días. Hoy y siempre será lo que tenga que ser. Pase lo que pase será lo mejor para mí...

viernes, 15 de mayo de 2015

No ser esclavo de nada

Soltando estoy y me quedo con lo importante, que no lo urgente. Un nuevo fin de semana se avecina y mañana degustaré algunos de los platos que tuve la suerte de probar en Jordania. El hummus, maglouba y mutabal formarán parte de tan delicioso menú...

Y por aquí vuelvo a dejar una frase del último libro que estoy leyendo:

“Ser esclavo de un placer. Cuando el placer máximo es no ser esclavo de nada”.


Feliz fin de semana para todos los seres sin excepción...

jueves, 14 de mayo de 2015

Lo que sobra y lo que falta

¿Quién es el que piensa que le falta o sobra algo? No te sobra nada. No te falta nada. Este momento es perfecto tal y como es. Eres perfecto o perfecta tal y como eres...


Toma un minuto de tu tiempo para preguntarte: ¿Cómo me sentiría en este momento si no me faltara nada y no me sobrara nada? Sólo escucha y siente, no busques respuestas...

miércoles, 13 de mayo de 2015

Sólo es feliz el que es libre

Debe ser que ya no estoy acostumbrado, porque las veces que entro en conflicto me siento hasta raro. Enseguida hay un resorte que me susurra desde dentro que abandone el conflicto y vuelva a la paz. Antes no lo sabía, pero ahora sí sé que hay una alternativa, la paz está a la vuelta de la esquina, y por eso pongo de mi parte para encontrarla. Siempre hay alguien que me transmite lo que necesito para entrar en comprensión. Cambia tu percepción y el conflicto se difumina...

Agradezco las veces que estoy en conflicto por eso, porque son fuente de aprendizaje y conocimiento...


Ayer leí que sólo es feliz el que es libre, libre de pensamientos añadiría yo...

martes, 12 de mayo de 2015

Día 13: La despedida

Justo hoy hace exactamente un mes que regresé de Jordania, pero el hecho de haber contado el viaje por capítulos tras mi vuelta, hace parecer que no haya pasado tanto tiempo. Al redactar todo lo vivido, visitado y experimentado ha sido como si lo estuviera viviendo otra vez y sin perder un ápice de la intensidad inicial. Los recuerdos me hacen sonreír...

El último día del viaje comenzó con un buen madrugón a las tres de la mañana, porque debíamos estar en el aeropuerto desde muy temprano. Allí, en el aeropuerto de Amman, nos empezamos a despedir, porque Montse cogía un vuelo directo a Barcelona...




Y cuando llegamos a Madrid el grupo se fue deshilachando hasta quedarme solo con Ángela, mi otro yo, la que me había acompañado desde el principio. Ya no estaba con el resto pero los sentía muy cerca. Allí, en el aeropuerto de Madrid, los conocí por primera vez hacía trece días. Trece días después, ya no eran simples desconocidos, eran parte de mí. Iñaki, Floren, Javier, Eva, Begoña, Sofía y Montse estaban muy metidos en mi corazón. No sé si los volveré a ver, lo que sí sé es que no los olvidaré. Gracias de corazón por todo lo vivido...


Eso es lo que me llevo del viaje, la gente que conocí, no sólo a los nombrados anteriormente, mis compañeros de aventura, sino a toda la gente que tuvimos la inmensa suerte de conocer allí, como a la familia jordana, a Mizuki la japonesa, al guía de Petra, el neoyorquino Chris. A todos ellos, también muchas gracias, por todo lo vivido y aprendido. Hoy, un mes después, sigue el contacto entre nosotros, al menos con la mayoría. Mizuki ya ha regresado a Japón, su aventura terminó, al igual que hace un mes terminó la nuestra, pero para mí no era un pesar acabar el viaje, porque tenía unas ganas locas de regresar para compartir y contar...

Muchos me han dicho que con mis relatos los he trasladado hasta Jordania y que han vivido lo que viví sin estar allí. Eso me hace inmensamente feliz...

lunes, 11 de mayo de 2015

Sí fue posible

A pesar de que se había reservado con antelación y nos lo habían confirmado, no pudimos ensayar el día anterior porque el teatro lo ocuparon con otra actividad, así que con un sólo día para montar y ensayar no nos dio tiempo de todo lo que nos hubiera gustado. La tensión era palpable y parecía que todo iba a salir mal. Observaba, desde la distancia, esos flujos de negatividad y decidí no entrar porque por la mañana me habían regalado devolverme a la paz y ese era el camino en el que quería continuar, así que ya tenía pensado qué quería pedirles a mis compañeros como regalo de cumpleaños...



Sin previo aviso y en medio de la tormenta, salió un rayo de luz por un lateral del escenario y, desde ese momento, todo empezó a cambiar. Mis compañeros portaban una gran tarta con dos velas y un cartel que rezaba “nada es imposible”, la frase que más me gusta y emociona de la obra, y empezaron a bailar. Me tenían una coreografía montada. Yo les miraba embobado, con la boca abierta y sin parar de sonreír. Estaba sorprendido, emocionado, agradecido, pues nunca había recibido una sorpresa como aquella. De nuevo, la vida me estaba regalando vivir una experiencia por primera vez. Tan atontado me quedé mirando el baile, que al rato me vine a dar cuenta de que también estaban proyectando un vídeo con imágenes de la obra. Todo un regalazo...



Yo les quería pedir un regalo y me sorprendieron con ese regalo que ya tenían montado pero, aún así, les dije que si en el día de mi cumpleaños había decidido estar allí y no en otro lado, es porque confiaba en todos ellos, por la pasión y entusiasmo que ponen en todo lo que hacen. A pesar de que el ensayo general, si es que pudo llamársele general, salió fatal, ahora íbamos a dar cada uno el 100% de nuestro entusiasmo por todos los que pronto iban a estar sentados en sus butacas disfrutando de la magia. Eso es lo que quería de regalo, que saliéramos a disfrutar, como siempre nos apunta la directora cada vez que salimos a escena. Y también les prometí a mis compañeros que hoy titularía la entrada como “sí fue posible” y así lo estoy haciendo...



Algunas medias nos quedaban algo chicas y apretadas, las cremalleras de los vestidos de la princesa se rompieron y mi espada se quedó atascada. Aún así, nadie se dio cuenta de nada, sólo nosotros, que salíamos del paso improvisando y disfrutando. Los niños y no tan niños volvieron a reír y ese fue también mi regalo...



Al final sí fue posible y recaudamos más de mil euros a favor de los animalitos de Sara. Eternamente agradecido...

viernes, 8 de mayo de 2015

Día 12: La última cena

El viaje acabó tal y como empezó, cenando en un restaurante a los pies de la imagen de “la última cena” de Leonardo Da Vinci...


Antes de relatar el momento cena, comentar que aprovechamos bastante bien el día. Nos volvimos a alojar en Madaba, pero como ya habíamos visitado esta ciudad, decidimos coger el transporte público, la guagua de toda la vida, para ir a Amman y ver su ciudadela. En la guagua volvió a quedar patente la generosidad sin límites de la gente local. Ante la escasez de asientos, una madre le dijo a sus hijos que se juntaran y me pude sentar con ellos. El rato que pasamos juntos en el asiento no paraban de mirarme y sonreírme. Fue sacar el móvil para enseñarle las fotos que había sacado a lo largo de todo el viaje y se quedaron maravillados y, minutos después, ya eran ellos los que manejaban el aparato con pasmosa habilidad y facilidad. Los niños se guían por la intuición...


Después de hacer las compras pertinentes y pasear por las calles de Amman, algunos decidimos subir a la cima para ver la ciudadela, otra ruina romana en bastante buen estado...








Y para regresar otra vez lo hicimos en guagua. Apretujados como sardinas, llegamos nuevamente a Madaba, donde empezaríamos a preparar las maletas y disfrutaríamos de la última cena... 


Los cambios de temperatura se notaban. De los calurosos días que tuvimos en el sur, a más de treinta grados en algunas ocasiones, pasamos a las frías noches de las ciudades del norte, en torno a los diez grados, pero la temperatura nos daba igual. En torno a la mesa siempre lográbamos un ambiente adecuado, sin fisuras. Daba igual si hacía frío o calor, lo importante era la compañía...  



 

jueves, 7 de mayo de 2015

El mundo es el patio más grande...

La vida es maravillosa. Sin pretenderlo siquiera, acabé en la habitación donde un día me comunicaron que tenía que afrontar el gran reto de la enfermedad. Los recuerdos se agolparon en mi mente y una sonrisa iluminaba mi cara. No tenía miedo, todo lo recordaba con una sonrisa, agradecido por lo que había pasado. Soy lo que soy gracias a todo lo que sucedió. Fue como cerrar cuentas pendientes, volver a encontrarme con personas y en lugares donde había pasado mucho miedo, más bien terror, diría yo...

Y además me acompañaba un libro que justo me regalaron ayer, un libro que no he comenzado a leer, pero que me alegra el corazón por las frases que inician cada capítulo como “No nos enseñan a crecer. Quizá no deberíamos crecer” o “El mundo es el patio más grande que existe”, invitándonos a jugar, o por lo menos yo lo veo así...


El otro día le pregunté a un niño de tres años qué es lo que más le gustaba hacer. Su respuesta fue simple y clara: jugar. No hay más. Venimos a jugar y experimentar este mundo que ya no lo siento tan real...

Cada vez que me hacen una prueba médica visualizo la cara de un maestro, mi maestro, sentados frente a frente, él en una silla y yo en otra, él siempre sonriendo y yo unas veces llorando y otras riendo. Mi caballo ganador, me decía él. Tan agradecido estoy que sigo viviendo de recuerdos, que no de memorias en las que intento analizar el pasado y poder cambiarlo. Son recuerdos que me emocionan, que me hacen reír y llorar, llorar porque siento que me acerco a Dios...

Y después recibo una llamada y la escucho con absoluta claridad cuando aparentemente no había cobertura en la sala. Cosas que pasan, agradecido hasta el infinito. Me siento sano...

Gracias, Gracias, Gracias...

martes, 5 de mayo de 2015

Día 11: Con el agua hasta el cuello

Voy a seguir con el viaje, que ya está dando sus últimos coletazos...

Ese día dejábamos la costa sur de Aqaba y nos despedíamos de Mizuki, que regresaba a Amman porque en un par de días cogería un avión hasta Oslo, su última parada antes de regresar a Japón después de un año viajando por toda Europa. Ahora me viene el recuerdo de la conversación que tuvimos en el desierto y lo bien que lo pasamos, pues ella me decía en inglés los países que había visitado, en total 15, y yo se los traducía al castellano. La cara de incredulidad al ver lo diferentes que pueden ser el inglés y castellano con algunas palabras, como Germany y Alemania, nos hizo reír en más de una ocasión...

Y nosotros nos disponíamos a vivir una gran aventura, al menos para mí, que lo hacía por primera vez. Después de días de incertidumbre en los que no sabíamos si estaría abierto al público por causas meteorológicas, finalmente pudimos entrar en el Wadi Mujib, un cañón bastante caudaloso, y adentrarnos hasta la gran cascada de agua...





Acabamos con el agua hasta el cuello, porque en algunos tramos ni siquiera hacías pie. Lo disfrutamos como niños, jugamos como niños. A pesar del día fresco y nublado, el agua estaba a una temperatura agradable, incluso cálida en algunos tramos...








Y al regresar al punto de partida, el sol nos estaba esperando...


Y como colofón final, qué mejor que preparar un picnic a orillas del Mar Muerto y experimentar eso de flotar en el agua. El día estaba frío, pero me acordé de una compañera de trabajo que me dijo que todo el mundo debería experimentar eso de bañarse en el Mar Muerto al menos una vez en la vida. Lo tenía delante de mí, era la ocasión perfecta, así que me deshice de la ropa y me saqué la típica foto de turista. Eso sí, después volví a entrar para disfrutar de la experiencia con toda la intensidad posible, porque la primera vez estuve más pendiente de la foto que de otra cosa. Y cierto, flotas con asombrosa facilidad, sin esfuerzo aparente...


Y de regreso a Madaba, una foto espectacular del atardecer sobre el mar...



La jornada más acuática del viaje estaba acabando. Ya sólo nos quedaba un día completo para disfrutar, pero qué día...