Los primeros compases de la prueba fueron los más complicados, sobre todo
porque el saboteador interno intentó que me diera por vencido y volviera a la
orilla. Con lo calentito que se está en la arena y tú aquí sufriendo como un
condenado, eso es más o menos lo que me decía, pero yo quería seguir porque no
tenía ningún sitio mejor adonde ir. Tenía un reto por delante y no soy de los
que se da por vencido ni tira la toalla a la mínima oportunidad, así que por
qué no intentarlo. Lo intenté y lo conseguí, sintiéndome cada vez más cómodo
según avanzaban los metros y visualizaba la meta. Sí, fue una gran experiencia
que espero repetir.
Al final me dieron hasta una medalla, pero como dijo mi madre, si
llegaste de los últimos y te dieron una medalla, es que se la dieron a todo el
mundo. Efectivamente mamá, se la dieron a todos los que acabaron, porque el
mérito fue llegar a la meta independientemente del lugar. Mi madre es única
para hacerme reír :-)
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