Siempre me gusta estar dentro, sobre todo cuando despega, pero hoy lo viví desde fuera, observando atentamente cómo el avión ganaba potencia para ascender al cielo y a los pocos segundos desaparecer entre las nubes que enfriaban la mañana. Observaba lo que sentía al estar fuera y no dentro, porque coger el vuelo era el plan inicial, aunque al poco tiempo se difuminó esa idea porque no hubiera sido una decisión coherente con todo lo acontecido. Decidí no coger el vuelo y no tuve que dar explicaciones porque ni siquiera me las pidieron. En cierta manera, fue como si decidiera seguir en el presente y no volver al pasado porque no tengo tiempo ni ganas de volver al pasado...
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