Siempre la he visto con una sonrisa que ilumina su cara, pero la de ayer
era mágica, de sentirse realizada. Con un sacho en la mano y ganas, muchas
ganas, no había quien la parara en su idea de construir un huerto y
merendero comunitario. Y lo visualizaba, decía ella con el pecho inflado de
agradecimiento. Y mientras ella plantaba sus tomates yo la observaba a pocos
metros con una sonrisa también en la cara porque su coherencia me contagiaba.
Ante mí se encontraba un ejemplo claro de alguien que emprende acciones para
que su proyecto se haga realidad y no quede reducido a un sueño...
En cierta manera, la vida me quiso decir: -Ya sabes, Ibán, a seguir con el proyecto que estás emprendiendo-. Pues sí, voy a seguir...
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