De pequeño no escribía y apenas leía, pero la experiencia de la enfermedad hizo que un blog apareciera en mi vida. Fue un canal para disipar mis miedos y expresar todas las emociones que llevaba dentro. Si escribía era sinónimo de estar vivo y por eso lo hacía, casi todos los días, como si estuviera elaborando el guión de mi propia vida sin saber cúal sería el final pero anhelando sanar. Y me leía, leer lo que yo mismo escribía calmaba mis tormentos o engrandecía mis alegrías. Fue mi balsa salvavidas, otra herramienta más la de la escritura emocional que recomiendo sin dudar. Y sigo escribiendo, sigo sanando, sigo viviendo...
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