-Háblanos del
niño interior-, me pidió una de las señoras que asistió en Lorca a la
presentación del libro. -¿El niño interior? Haz siempre aquello que te pida
hacer. Si quiere saltar, pues saltas; si quiere gritar, pues gritas; si se
quiere tumbar en el suelo, pues te tumbas en el suelo…-.
Y así fue
como acabé en el suelo del salón con los pies en el aire, invitando a los demás
a que hicieran lo que les diera la gana. Sin
protocolos, sin vergüenza, libre, así es mi niño interior y estoy encantado
de haberlo reconquistado…
me alegro por tu niño interior, ese si que sabe vivir sin preocuparse lo que puedan decir o pensar los demas y se lo pasa pipa.
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