Si hace
cuatros años alguien me dice que haría una travesía a nado, le hubiera
contestado que “ni de coña”; si hace cuatro años alguien me dice que sería
capaz de correr 10 kilómetros sin parar, le hubiera contestado que “ni de
coña”. Era la ley del mínimo esfuerzo, a los 100 metros ya me cansaba o ni
siquiera lo intentaba. Pero ahora la vida me sorprende haciendo cosas que ni
imaginaba, rompiendo límites. Y eso me entusiasma…
Ayer pude
hacer un nuevo reto que me he propuesto para este año en un tiempo récord, pues
hace dos meses que tímidamente empecé a entrenar. Ese era el objetivo, ser
capaz de correr al menos 10 kilómetros
sin parar, y lo hice en menos de 49 minutos. Aunque es verdad que el
objetivo todavía no se ha cumplido, pues el reto es hacerlo en una competición
oficial. Tiempo al tiempo…
Ayer acabé
extasiado, pero contagiado de vida. Con
cada zancada, siento que la vida me abraza aún más. Hoy comienzo mi viaje a
Lorca y toca descansar para, cuando llegue mañana, ofrecer lo mejor de mí.
Entusiasmadísimo, esa es la palabra que mejor me definiría en este momento. ¿Hasta dónde seré capaz de llegar?
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