(Miércoles, 26 de abril)
La medina de Fez es así. Sus 16.000 habitantes, 600 barrios y 1980 estrechas calles forman un gran laberinto que sería un auténtico milagro no perderse entre ellas. Aunque reconozco que a una parte de mí no le hubiera importado caminar sin rumbo y después ocuparme de encontrarme y regresar al Riad Ksar Nada, maravilloso alojamiento desde el que estoy escribiendo, decidimos contratar a un guía local y tuvimos muchísima suerte con Mustafá.
Nos contó detalles de la historia de la ciudad y junto a él visitamos una curtiduría, lugar donde se limpian y tiñen las pieles de animales, cuyo olor dejaba mucho que desear y había que mitigarlo con hojas de menta, y también visitamos una de las fábricas más importantes de cerámica, donde los empleados trabajaban con una gran precisión para juntar las diminutas piezas y formar los mosaicos.
¿Y dónde acabamos almorzando? En el Medina Bis, al parecer uno de los restaurantes más importantes de la ciudad. Nosotros no elegimos, simplemente pagamos y nos dejamos llevar por Mustafá. Eso sí, disfrutamos degustando los deliciosos platos.
Y tras regresar de la excursión, estuvimos dentro del Riad porque nada más doblar la esquina seguramente nos hubiéramos perdido, pero fue una linda tarde para escribir y descansar. Y como colofón final degustamos una deliciosa sopa llamada "harira" preparada por el dueño del establecimiento.
Qué raro es esto de escribir mientras estoy viajando cuando normalmente lo hago a mi regreso, pero es que lo estoy disfrutando. Casi que estoy contando mis experiencias en vivo y en directo. Como siempre, nunca sé cuándo será mi próxima publicación, lo único que sé es que me está encantando la experiencia de alojarme en este riad y conocer su historia y cómo se distribuían las habitaciones. Hasta la próxima...
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