La meditación me ha cambiado la vida. Ser capaz de escuchar esa voz que
te intenta asustar y darte cuenta de que tú no eres eso, no tiene precio. El
otro día me enviaron un mensaje para adelantarme la cita médica y la mente aprovechó
tal circunstancia para hacer su función, crear conflicto. En cuestión de
segundos aparecía un pensamiento advirtiéndome de que tal vez me adelantaban la
cita porque habrían encontrado algo grave y no podían esperar para
comunicármelo, haciendo un montón de conjeturas y suposiciones sobre qué es lo
que me dirían. «¡Se te va a acabar la tontería!», se atrevió a soltarme, cosa
que me sorprendió y me hizo sonreír a partes iguales, por semejante ocurrencia,
pero no le contesté para no darle poder. Opté por observarlo y tomar distancia,
incluso me compadecí de ella por estar aterrada. «No sé, lo que tenga que ser
será», y con esas amables palabras evitas entrar en una conversación que nada
beneficioso te aportará…
Y ayer fui a la consulta y acabé regalándole un libro a la nueva
doctora. –Para que conozcas mi historia-, le dije sonriendo. Y después entró el
doctor amor, aquel que sigue pendiente de mí y que se pone colorado cada vez
que lo nombro así, y todos acabamos hablando de sueños y viajes. Sigo
abrazando la vida…
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