Ayer parecíamos orugas en el agua intentando nadar como mariposas, pero
aún nos quedan unos cuantos días en el capullo para salir totalmente
reforzados. Tiempo al tiempo. Eso sí, nadie puede decir que no lo intentamos.
Y hablando de mariposas, además de que no suelo encontrarme con ellas, lo
que sí me cuesta es sacarles una foto cuando están posadas en alguna planta
porque casi siempre las veo revoloteando. Trato de correr detrás de ellas, pero
normalmente se van cuando me acerco. Hasta que me he dado cuenta de un secreto:
el secreto no es correr detrás de las mariposas, es cuidar el jardín para
que ellas vengan hacia ti. Pues eso, a cuidar mi jardín.
Y hoy no cogeré una mariposa, sino un pájaro de acero, porque doy un
nuevo paso para conseguir que el libro se haga realidad. Bien mirado, es como
si se estuviera gestando en el capullo esperando pacientemente hasta que sus
alas estén formadas. Y después sólo quedará volar…
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