Levantarme de madrugada y ponerme a leer el libro me está recordando a mi
época de estudiante, cuando me despertaba muy temprano para dar un último
repaso a la lección. Y es que así estoy, optimizando el tiempo disponible para
entregar en el plazo marcado el libro a la correctora. ¡Vamos allá! De momento estoy cargado de energía y me sigue alimentando el motor de la motivación.
Y este árbol me llevó a la comprensión. Mientras estuve apoyado sobre su
tronco, me trasladé a momentos pasados en los que yo ignoraba mi sentir.
Compasión, esa es la palabra. Espejos en los que me reflejo o me reflejaba…
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