Un toque ínfimo pero suficiente para desencajar el espejo del retrovisor,
lo que hizo que fuera a preguntar por una solución. Al final debía cambiar la
pieza y en total iban a ser casi 200 euros. Anda, un gasto extra que se me presenta,
me reí sin más, pero lo haré porque con la vista limitada no me voy a quedar…
Y de repente me llama una amiga, que hacía tiempo que no lo hacía, le
comento dónde estaba y qué estaba haciendo, pidiendo cita para cambiar el
retrovisor, y entonces me dice que no lo haga, que su marido seguro que me
lo arreglaba. Al final, en un tiempo récord y con una navaja, encajó la
pieza y no me costó nada. Y lo más llamativo fue que mi amiga me dijera que
ese dinero lo guardara para el libro. Toma ya, casi ni le había contado nada
del libro, pero es como si la vida se encargara de reunir ese dinero para el
fin que estoy persiguiendo. Gracias…
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