Hoy voy a dedicar esta entrada a Yelena, una amiga valiente que quiso
enfrentarse a aquello que más temía, y por eso me decidí a hacerlo con ella, porque
sus miedos son mis miedos y yo no quiero miedos que empañen mi vida, así que
nos decidimos a ser los primeros, con voluntad de hierro para doblar la vara de
hierro. Pero no pudimos, el primer intento fue totalmente fallido. Fallaba la
posición y le faltaba convicción. Volvimos a intentarlo y esta vez estuvimos a
punto de conseguirlo, pero se paró y dejó de dar el último paso que supondría la consecución. Es que daba mucho miedo, la presión sobre la garganta era brutal y
temíamos por nuestra seguridad.
Pero la vida nos regaló una tercera oportunidad, un último intento que
hicimos al final, cuando todos los compañeros ya habían realizado con éxito la
prueba. Céntrate en mis ojos y olvídate de todo lo demás, le decía. Si no
llegamos a abrazarnos no conseguiremos aquello que tanto ansiamos. No tenemos
nada que perder, pero sí mucho que ganar, ganar nuestra libertad. Y sí, a la
tercera fue la vencida…
Gracias Yelena, gracias por regalarnos esa última oportunidad. Juntos
vencimos los miedos y lo recordaremos toda la vida.
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