Siempre digo que nunca me olvidaré de la fecha en que estrené el blog, un
24 de septiembre de 2012, pero no sé cuándo será la última vez que escriba. Ayer
entré y vi que había superado las 100.000 visitas y el corazón se me
llenó de agradecimiento, pero no por el hecho de conseguir ese número de
visitas, sino porque recordé lo que la gente me traslada cuando lee lo que
escribo: esperanza, optimismo, fuerza, luz…
Esa luz es la que quiero seguir manteniendo, que no se apague la llama
que llevo dentro, y sé que las letras son un buen mechero para expresar aquello
que siento y avivar el fuego, mi fuego interno. Y gracias a ti por visitarlo y,
lo más importante, compartir conmigo lo que lees, cómo te sientes al leer
aquello que yo también leo, cómo nos reconocemos con la escritura sin necesidad
de vernos. Aquello que doy sin ningún esfuerzo lo recibo multiplicado y mi
corazón sonríe regocijado.
Y hoy también me acuerdo especialmente de la persona que me creó el blog.
Fue tanto lo que aprendí a tu lado que sin esa enseñanza no estaría aquí, así.
Infinitas gracias…
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