El domingo pasado disfruté con mi sobrino de su regalo de cumpleaños: ver
un partido de fútbol en el Camp Nou. Hace años que no soy futbolero, pero la energía
del estadio te arrastra de tal manera que acabas aplaudiendo o gritando. Casi
89.000 personas con la misma intención, que su equipo ganara, apoyándolo hasta
el último minuto aunque al final perdiera. La suma de todos hace más que cada
individuo por separado. Fue más que un partido, un espectáculo, una
experiencia brutal. Si los humanos pusiéramos la misma intención en otro tipo
de objetivos, si concentráramos esa fuerza en otro tipo de metas, todos en la
misma dirección, qué podríamos alcanzar…
Si algo agradecí durante el partido fue…no ser el árbitro del encuentro.
De la que me libré…
No hay comentarios:
Publicar un comentario