Estaba tiritando, le costaba respirar y apenas escuchaba ni veía. Ayer
llevé a la perrita al veterinario porque últimamente no mostraba entusiasmo y se encontraba débil, sin apenas comer, sin apenas caminar. Eso me hizo ver la fragilidad
del cuerpo, que tarde o temprano se desvanecerá. Eso me hizo sentir la
pérdida, que tarde o temprano pasará, a menos que sea yo el que deje este mundo
primero. Otra pérdida más, otro cambio más, y eso que tampoco estaba apegado a
la mascota que durante casi catorce años nos ha acompañado. Sentí tristeza y me
envolví con ella como si de una manta se tratara. La vida me está dando muchas
experiencias de cambio y las estoy viviendo de primera mano, siendo consciente
de que las cosas no son eternas. Esto también pasará, me dije…
Pero detrás de mi aparente fragilidad hay un gran entusiasmo por la
vida, una fuerza extraordinaria que me hará resurgir de las cenizas.
Momentos de cambio, pero también llenos de regalos, como el que hace unos pocos
minutos acabo de tener. Gracias Miriam…
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