jueves, 17 de agosto de 2017

Dice que estuvo muerto

Después de casi 60 días, por fin salió del hospital y ahora le espera una nueva oportunidad. ¿Será capaz de no caer en la tentación de los hábitos tóxicos y se conectará con la alegría que cada momento le pueda aportar? Yo quiero confiar…

Pero antes de salir del hospital se produjo una conversación entre mis padres en la que yo era un mero espectador sonriente. Y así fue como empezó el diálogo, porque mi padre me vio sonreír mientras lo miraba…

Padre: Ah, ¿te ríes? Si a ti te pasara lo mismo que yo…
Madre: Bueno, él también pasó por lo suyo.
Padre: Sí, pero no es lo mismo.
Madre: Quizás lo de él fue peor.
Padre: No, yo estuve muerto.

Y con esa última afirmación de mi padre no pude sino reírme una vez más, además de sentir curiosidad por lo que pudo experimentar, pero no se acordaba de nada. El hombre presumía de haber estado “muerto”. Era una especie de “lo mío es peor que lo tuyo”, un “yo más que tú”. El victimismo se apoderaba una vez más de él, sintiendo un miedo extraño cada vez que tenía una mínima posibilidad de salir del hospital. Y así se lo transmití, que tenía miedo. Esas cuatro paredes se habían convertido en su “zona de confort”, pues aunque una parte de él quería salir de allí, la otra sabía que fuera del hospital tendría que tomar las riendas de su vida y empezar a emprender acciones, asumiendo toda la responsabilidad. Y sí, quiero confiar en que aprovechará esta segunda oportunidad…


Y a propósito de muertes, ya sé quién es el que morirá en agosto. Cosas mías que algún día contaré, jeje!

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