Antes las cogía al vuelo y las engullía, da igual del tipo que fueran. Me revolcaba con ellas como si no hubiera un mañana y aspiraba su aroma hasta repugnarme. Me embadurnaba con la ira, rabia, tristeza o angustia hasta intoxicarme y exhalar mi último aliento. Y al día siguiente más de lo mismo...
Estos días de colapso he querido jugar con ellas, tener las ganas de expresarlas pero no creérmelas. He soltado la ira, la rabia, el enfado, la desconfianza... Todas han desfilado de dentro hacia fuera, me he vaciado, está siendo sano y necesario. Antes las tragaba y ahora las escupo, no me quedo con nada dentro... He tenido ganas de decir "¡qué mierda!" y he gritado "¡qué mierda!" a los cuatro vientos. Y me he reído al observarlo. Incluso he tenido ganas de dar una torta, una torta virtual, como yo las llamo, pero al final la vida se ha adelantado. Mi hermanita gemela me dijo hace unos días que venimos a este mundo a vivir y a sentir las emociones, del tipo que sean, y aquí estoy con los brazos abiertos sintiendo...
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