lunes, 8 de mayo de 2017

Dorsal: 31 VIDA

Mi primera carrera. Por momentos me imaginé que el resto de participantes eran pensamientos y yo simplemente debía observarlos y no identificarme con ellos, centrando mi atención únicamente en la respiración, que era la clave para llegar con buen ritmo a la meta. Eso a ratos, porque después fue inevitable y hasta necesario escuchar el aliento de la gente que me animaba sin cesar. Me sentí arropado durante toda la carrera, mi primera carrera, y por el camino no paré de acordarme de Anabel, que sé que le encantaba correr, y de su hermano Salva. También de mi amiga y referente en el atletismo, Natalia Rodríguez, que el consejo que me dio fue que disfrutara y lo recordé justo cuando pasaba por el Charco de San Ginés, sintiéndome afortunado por el paisaje que me rodeaba y que también me invitaba a continuar, zancada a zancada, sin bajar el ritmo, dando lo mejor de mí sin desfallecer por el camino…

Y llegué a la meta con el brazo en alto, chocando la mano con la vida, esa vida que también rezaba en mi dorsal. Fue idea de Elena, la que se hace llamar mi entrenadora personal pero que para mí es mucho más, muchísimo más. Y cuando crucé la meta, estaba tan centrado en mirar al cielo y agradecer, que hasta de recoger la medalla me olvidé. Y una sorpresa más me esperaba, ser recibido por otra gran amiga y campeona a la que hacía tiempo no veía, pero que durante la preparación de mi reto en mi corazón la sentía…


¡Un crono increíble! 10 kilómetros en 47 minutos y 28 segundos, mi segundo mejor tiempo en esa distancia. Ese era el reto del año, pero al haberlo alcanzado tan pronto, mis horizontes se agrandan. ¿Qué será lo próximo? ¿Me volveré a sorprender a mí mismo?

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