Mi primera carrera. Por
momentos me imaginé que el resto de participantes eran pensamientos y yo
simplemente debía observarlos y no identificarme con ellos, centrando mi
atención únicamente en la respiración, que era la clave para llegar con buen
ritmo a la meta. Eso a ratos, porque después fue inevitable y hasta necesario
escuchar el aliento de la gente que me animaba sin cesar. Me sentí arropado
durante toda la carrera, mi primera carrera,
y por el camino no paré de acordarme de Anabel, que sé que le encantaba correr,
y de su hermano Salva. También de mi amiga y referente en el atletismo, Natalia
Rodríguez, que el consejo que me dio fue que disfrutara y lo recordé justo
cuando pasaba por el Charco de San Ginés, sintiéndome afortunado por el paisaje
que me rodeaba y que también me invitaba a continuar, zancada a zancada, sin
bajar el ritmo, dando lo mejor de mí sin desfallecer por el camino…
Y llegué a la meta con el brazo en alto, chocando la mano con
la vida, esa vida que también rezaba en mi dorsal.
Fue idea de Elena, la que se hace llamar mi entrenadora personal pero que para
mí es mucho más, muchísimo más. Y cuando crucé la meta, estaba tan centrado en
mirar al cielo y agradecer, que hasta de recoger la medalla me olvidé. Y una
sorpresa más me esperaba, ser recibido por otra gran amiga y campeona a la que
hacía tiempo no veía, pero que durante la preparación de mi reto en mi corazón
la sentía…
¡Un crono
increíble! 10 kilómetros en 47 minutos y 28 segundos, mi segundo mejor tiempo
en esa distancia. Ese era el reto del año, pero al haberlo alcanzado tan
pronto, mis horizontes se agrandan. ¿Qué
será lo próximo? ¿Me volveré a sorprender a mí mismo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario