miércoles, 10 de mayo de 2017

Día 6: Nada mejor que lo natural

Acabando el relato, que quedan dos telediarios...

(Domingo, 30 de abril)

Pasar la noche en una habitación de lujo cuando creíamos que dormiríamos en el desierto, no tiene precio. Fue un descanso reparador. Y después de un desayuno riquísimo con “envuelto” incluido, proseguimos nuestro viaje acompañados de la voz de Mariem Hassan, que fue enfermera, compositora y cantante de música haul, de origen saharaui. Era portavoz de la lucha de su pueblo y por eso tenía cerradas las puertas de Marruecos. Nuestro guía era un auténtico fan, hasta el punto de que intentó por todos los medios conectar el bluetooth del móvil con el coche, aunque sin resultado. –Si no se conecta, es porque no se tenía que conectar-, le dije sonriente, pero parece que no le convenció del todo…



Después hicimos una parada en la Garganta del Todra, un paisaje que me recordó muchísimo al “Wadi Mujib” de Jordania. No pude resistirme en poner los pies bajo el agua, pues más adelante lo más probable es que no encontráramos agua…


Y así fue, porque conforme íbamos avanzando hacia el sur, el paisaje se hacía cada vez más árido y los oasis escaseaban. Me recordaba muchísimo a Fuerteventura. El calor iba aumentando, síntoma de que nos íbamos acercando, pero evitábamos poner el aire acondicionado. Tal y como decía el guía, no hay nada mejor que lo natural. «El aire de Dios es el aire de Dios». Muchas perlas soltó nuestro guía Elayachi, como una frase que nos recordó al beduino de Jordania: «Today is Today, tomorrow another day». Elayachi era también beduino, pero su contacto con la civilización moderna por momentos lo adulteraba, perdiendo la frescura de vivir en el presente y más pendiente de los planes futuros...



Y tras pasar por un museo de piezas de mármol con fósiles y seguir comprando, por fin llegamos a Merzouga. El desierto estaba próximo y pudimos ver en directo la llegada de unos ciclistas correspondiente a una etapa de la Titan Desert, carrera de bicicletas por el desierto. Y después la llegada al hotel, con piscina incluida al lado de las dunas...




Pero la sorpresa fue que no pasaríamos la noche allí. -Preparen una mochila con lo mínimo indispensable para pasar la noche en el desierto y regresarán mañana a primera hora para desayunar y ducharse-, nos dijo Elayachi. Así que dentro no había duchas, ni agua para lavarse los dientes, ni baño. -No querías aventura, pues toma aventura-, me dijo mi compañera. Y así fue, cogimos el dromedario y nos adentramos en el desierto sin tener ni idea de lo que nos esperaba... 




Hoy, que ya estoy de vuelta, puedo decir que esa noche será inolvidable...

Y hoy es un día cualquiera, pero no es un día cualquiera. No tengo ni idea de lo que hacer...

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