El
libro pasó a un segundo plano, pues lo vital era transmitir el
mensaje de ver la enfermedad como una oportunidad, darle la vuelta a
la adversidad. Y parece que caló, pues muchos salieron del teatro
con esperanzas renovadas y ganas de abrir el regalo.
Y
cumplí el sueño de celebrar mi sanación en el teatro rodeado de
toda la gente que quiso estar a mi lado. Aquí no importa quién es
el mensajero, de hecho fuimos varios los que aunamos nuestras
energías para reforzar lo que queríamos transmitir. Un encuentro de
almas, como diría mi emocionada amiga Jezabel.
Emoción,
puros sentimientos que tuvieron lugar en tan corto espacio de tiempo.
Llanto, risa, risa y llanto. Todos entremezclados y en la medida
perfecta para equilibrar la receta. No puedo sentirme más afortunado
por tenerlos a mi lado...
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