¿Quién es el
mensajero? Unas veces va
descalzo y en pantalones cortos y otras con vaqueros. A veces lleva un regalo
en su mano y otras le preparan uno tan grande que no puede sostenerlo, pero no
lo pierde de vista porque sabe lo que simboliza. A veces se ríe y otras llora,
o todo a la vez, las emociones se mezclan. Unas veces sentado y otras de pie. Y
cuando está de pie se mueve un montón aunque él no se da ni cuenta,
sorprendiéndose cuando ve las imágenes que se han grabado. En ocasiones va bien
acompañado y en otras entra solo al ruedo, pero no se olvida de nombrar a la
gente que forma parte de la historia. Pero, ¿quién es el mensajero? ¿Es
importante saberlo? ¿Qué más da quién es ese que habla? Un punto al que abrazan
o critican, a partes iguales, pero él simplemente está contando su experiencia
y en eso se centra, en contar su experiencia, sin tirar cohetes ni mentir a la
gente. Su verdad, esa verdad que es fruto de su experiencia. Y aprende, con su
mejor intención aprende y recibe consejos para centrarse en lo que
verdaderamente importa, el mensaje, teniendo muy presente la finalidad de todo
esto. ¿Qué más da si piensa si lo hace bien o mal? ¿Qué más da lo que piensen
los demás si él no es lo que importa? Cae al corazón y se deja llevar… ¿Y si
nos olvidamos del mensajero y nos centramos en el mensaje? El mensaje es lo
verdaderamente importante, que también está siendo criticado y abrazado, pues
no deja indiferente a nadie…
La clave está
en contar su experiencia sin identificarse ya con ella, pues la experiencia
forma parte del pasado. El mensaje es lo que resultó de ella y es lo que se debe perpetuar…
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