No podía dejar de observarlo, tenía algo que me llamaba la atención.
Quizás era su sonrisa, que me recordaba a la mía, tal vez su mirada intensa,
pues tampoco desviaba su vista de la mía. Por momentos mi corazón revoloteaba
por dentro reconociéndose ante un gran espejo. ¿A esto lo llaman amor? Su mano
izquierda apoyada sobre la mesa mientras con la derecha sujetaba una enorme
copa de vino tinto, que de vez en cuando llevaba a la boca para humedecer sus
labios, que se abrían tímidamente para volver a cerrarse porque ambos
permanecíamos callados, sintiéndonos. ¿Es esto el verdadero amor? Los dos
acompasados, sonriéndonos, sacando ese lado pícaro y juguetón que he
descubierto, el arte de la seducción. No hacía falta hablar para comunicarnos y
acordar cuál sería el siguiente paso. ¿Será que por fin había encontrado a ese
alguien para llenar por completo el vaso con zumo de naranja? Qué ganas tenía
de… Se me erizaba la piel con solo imaginarlo y hacía tiempo que no sentía eso…
Hasta que de repente vino la camarera y cortó de cuajo mis sueños: - Ibán, paga la cuenta que vamos a
cerrar y deja de mirarte al espejo - :-) ¡Feliz día de San Valentín!
Esto no se hace. Iba a llamarte rauda para más detalles.
ResponderEliminaraummmmm
Jajajajajaja
Jajja .Hasta yo cai.
ResponderEliminarLeía (impaciente )por llegar al final y me preguntaba ¿ quién puede ser ese " alguien " que le hace cosquillas en el estómago y ¡¡¡ Sorpresa !!! ¡¡¡ eras tú !!!
ResponderEliminarAmarse a uno mismo con esa intensidad es como para volverse tarumba ja...ja...ja...Y cuando te veo , el corazón se llena de alegria .
.... pero le vas a volver a ver ?? por favor no nos dejes con la intriga
ResponderEliminar