Fiesta sorpresa, peluca rubia que cubría mi cabellera y un micrófono
hinchable que sujetaba entre mis manos con todas mis fuerzas mientras cantaba
la canción Sueña. Y unos segundos
después de escuchar a mi amiga Heidi gritar «yo también quiero un cáncer», no
pude sino agradecer una vez más todo lo que estaba pasando…
Y cuando llegué a casa una llantina descontrolada, porque aún no soy
consciente de cómo ha cambiado mi vida. De estar allí a estar aquí, pero
sintiendo paz, y si estás en paz dicen que es señal inequívoca de que estás
en el camino correcto, el de la verdad.
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