viernes, 16 de septiembre de 2016

¡Valió la alegría!

A veces no nos damos cuenta de lo que hablamos. Sin pretenderlo repetimos frases que, de tanto escucharlas, forman parte de nuestro repertorio habitual. Valió la pena, fue muy duro, pero valió la pena. Enfatizamos la pena en lugar de otros sentimientos como la alegría. ¿Por qué no decir valió la alegría hacerlo? ¿Por qué pensamos que merece la pena sufrir para conseguir algo, por ejemplo? Merece la alegría trabajar y ser constante para lograr aquello que te propones…


Y sigo con el perdón, un perdón que no quiero que sea superficial sino transformador…

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