Mágico. Mágico por la noche y la media luna que resplandecía en la oscuridad. Mágico por el viento que soplaba, recordándonos que la fresca brisa otoñal está por llegar. Mágico por el sonido del mar, envalentonado por olas que llegaban a la orilla para descansar. Mágico por los cientos de velas que iluminaban el lugar. Mágico por el piano que esperaba pacientemente a ser tocado por su amante para conducirnos a un éxtasis perfecto. Mágico por la compañía y por la comodidad de la butaca desde donde pude cerrar los ojos para viajar por donde la música me quisiera llevar. Y cuando abría los ojos para mirar las estrellas que adornaban el cielo, sentía que la vida era infinita y yo podía ser tan infinito como quisiera. Volar incluso para llegar hasta ellas. Mágico por los reencuentros, porque la vida siempre me da lo que necesito en el lugar y en el momento perfectos. Mágico por la intuición, porque desde que he aprendido a escucharla, no me abandona. Es testigo de todo lo que pasó en esa noche mágica que ayer aconteció…
Y al final, como no podía ser de otra manera, acabé jugando como desde hace tiempo aprendí a hacerlo, desde la más pura inocencia del niño que llevo dentro…
No hay comentarios:
Publicar un comentario