Al principio no me percaté. Estaba pendiente de los detalles, las letras,
su tamaño, los espacios entre párrafo y párrafo, asegurándome de que no le
faltaba nada…
Y después caí en la cuenta de que bien podría ser una ecografía.
Sí, tenía ante mí una ecografía perfecta del libro que está próximo a salir. Ya
siento el color, sus manos y pies, su aroma en la piel… ¿Será esto mismo lo que
siente un padre al ver a su futuro hijo por primera vez? Se me estremeció el
corazón…
Ayer volvimos a llorar de agradecimiento...
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