miércoles, 30 de marzo de 2016

Récord de altura

Nunca había dado un abrazo desde tan alto. Aprovechando que esperábamos en el pasillo hasta que la otra persona llegara del baño, me dieron ganas de abrazarlo y sentir su abrazo. Casi me frena el hecho de estar allí rodeado de un montón de gente, pero la ocasión lo merecía y la vergüenza fue vencida…

Y digo que la ocasión lo merecía porque antes de despegar caí al corazón y empecé a hacer la meditación del perdón. Días atrás lo habíamos practicado con otra gente y recalcamos la importancia de hacerlo desde dentro y no desde la mente. Dije que cuando lo hicieras desde el corazón no tendrías ninguna duda. Ese día, nada más despertar, había recordado lo del perdón y me preguntaba si lo estaba haciendo desde la mente o desde el corazón. Tenía dudas, ahora lo veo, pero en el avión se disiparon todos los resquicios de confusión y sentí que verdaderamente lo había hecho desde lo más profundo de mi corazón...




Sí, la ocasión lo merecía. Me llevé un gran abrazo y di un gran abrazo en medio del pasillo del avión. Todo un récord de altura…

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