martes, 6 de noviembre de 2012

Últimas pinceladas de La Toscana

Hoy termino de contarles mi viaje, que voy por su antepenúltimo día. Después de dejar el Hotel Villa Margherita en Quercianella, nos dirigimos a Pisa, pero antes hicimos una parada en Livorno, ciudad que tiene uno de los puertos de cruceros más importantes del Mediterráneo.
 



La siguiente parada era Pisa, la expectación era máxima para ver la famosa torre inclinada...pero antes tuvimos que localizar el nuevo hotel en San Giuliano Terme, una localidad cercana. Y de camino al hotel la pudimos ver de lejos, tan inclinada ella...




Evidentemente, sucumbí a la tentación de hacerme la foto típica del turista, si me dejaban claro, porque la cantidad de gente arremolinada en la zona para hacerse fotos con la torre de fondo era tremenda, pero conseguí hacerme un hueco entre tantos y enmarcar este recuerdo.
 



Me gustó mucho Pisa, con un casco histórico pequeñito, pero a la vez coqueto y muy animado, por la cantidad de turistas que recibe. Se imaginarán que aquí también almorzamos, pero esta vez lo hicimos al estilo italiano, es decir, comer y comer hasta reventar, con un primer plato de pasta y un segundo de carne, en mi caso. Y por supuesto, de postre, un helado, el famoso "gelato" italiano.

Y ya nos situamos en el último día de viaje. Desde buena mañana, después de un reconfortante desayuno, emprendimos el regreso a Bolonia, pero antes hicimos una parada en Lucca, un bonito pueblo amurallado. Desde lo alto de una torre pudimos disfrutar de la belleza de esta localidad.
 




Como con mis fotos no se puede apreciar muy bien, he encontrado esta imagen donde se ve la bonita Plaza del Anfiteatro de Lucca.




Y la última parada antes de llegar a Bolonia, para cenar y descansar, fue en Pistoia, para almorzar. La comida que no falte. La última cena fue en un restaurante que conocimos la primera vez que estuve en Bolonia, "La Taberna del Rosso". Quedamos encantados con un entrante llamado "Crescentine", unos deliciosos panecillos calentitos que al abrirlos son huecos y puedes rellenar con embutidos de todos los olores y sabores.

Y como todo lo bueno acaba, al día siguiente cogimos el avión rumbo a nuestra Lanzarote natal.
 



Conclusión: Me gustó mucho la Toscana, tanto el paisaje vinícola del interior como la zona costera. Además, el haber alquilado un coche y movernos a nuestro libre albedrío favoreció conocer mejor la región, ya que si te desplazas en tren únicamente conoces el centro de las ciudades más importantes porque el tren no llega a todos los rincones. No obstante, a pesar de la belleza del lugar, no me dejó maravillado como en su día lo hizo la impresionante Torre Eiffel de París o el Empire State de New York y, además, con cada viaje que hago, cada vez me queda más claro que tenemos una isla maravillosa, con un paisaje único e irrepetible, así que no tenemos nada que envidiar. De todas formas, la Toscana es recomendable, sobre todo si te apetece pasar una semanita de relax y disfrutar del vino y la comida.

Y dos días después del viaje me hice la pregunta "¿y ahora qué?". Mañana escribiré sobre eso. Un saludo y gracias por seguirme.

1 comentario:

  1. Ay Ibanito, vaya viaje te pegaste, qué chulo! Y qué envidia la comida sobre todo jaja. Nada, me lo apunto como un destino para el futuro que pinta muy bien. Eso sí, Lanzarote es maravillosa y tiene un encanto único :-)

    Un beso amigo!

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