¿Le gustará lo que canto? ¿Subo un tono o sigo en la misma nota?
¿Y por qué ese pájaro tiene plumas amarillas y yo unas más sosas? Seguro que
tiene más éxito que yo…
Nada, ninguna de estas preguntas se las plantea el pájaro. Para preguntas
y suposiciones disparatadas ya estamos nosotros, que somos esclavos del
sufrimiento y conflicto si no sabemos dominar la mente humana. Él simplemente
está. Vuela, canta, come y caga sin importarle el qué dirán, sin cuestionarse
si lo está haciendo bien o mal, sin compararse con nadie. No sabe nada, ni
siquiera sabe que nosotros lo identificamos como un pájaro. Simplemente es,
libre y natural…
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