A ver,
ponte seria. Y lo intentó, frunció el ceño, cerró la boca como si estuviera
aguantando la respiración y puso cara de pocos amigos, pero no pudo aguantar
sino unos escasos segundos. No puedo, no puedo ponerme seria, sonreía sin
parar. Y es que todos la recuerdan sonriendo y ella misma lo confirma. Tal vez
duerma hasta sonriendo, no lo sé. Lo que sé es que me encanta estar rodeado de
personas que transmiten con su sonrisa, porque es una sonrisa no forzada y que te
llega al alma. Gracias Eva…
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