Es el mejor cumpleaños del mundo, me repetía una de ellas sin
cesar. Estaba temblando, de la emoción, pues era la primera vez en su vida que
iba al cine a ver una película. Me recordó la inocencia de no saber
absolutamente nada y estar con los cinco sentidos abiertos a la experiencia. Lo
disfrutaron muchísimo y yo también lo disfruté porque me gusta ser como un
niño, recordar que sigo siendo un niño aunque haya crecido. Vimos “Zootropolis”
y terminaba con un mensaje que decía algo así como: “intenta mirar en tu
interior y reconocer que el cambio empieza en ti”.
Y después de la película fuimos a merendar y el regalo material quedó
relegado a un tercer lugar porque, aunque algunos me decían que los niños de
esa edad, siete años exactamente, miran más por un regalo que otra cosa, yo
estoy pasando de lo material y me lanzo a la experiencia. Fue un gran acierto.
Como me dijeron, había sido el cumpleaños más grande que les habían hecho y yo
lo viví con ellas. Valió la pena…
No hay comentarios:
Publicar un comentario