¡Por favor, no me cojas! ¡Déjame en paz! Mejor dicho, déjate en paz y sigue tu camino. Eres libre, ¿por qué me agarras y me interpretas? Yo no te lo he pedido, así que tú a lo tuyo y yo a lo mío. Salgo a escena, hago mi función y desaparezco rápidamente para que pueda entrar mi siguiente compañero, que somos unos sesenta mil al día y no nos permiten perder el tiempo ni mucho menos formar un atasco, pero si me coges la liamos. Si me coges te cuesta soltarme porque no paras de darle vueltas a algo que no tienes que darle vueltas. Agotas tu energía y me acabas agotando ¡Por Dios, que soy un simple pensamiento, no me consideres de tu propiedad! ¡Suéltame ya! Gracias...
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