viernes, 27 de marzo de 2015

El hijo de la mandarina

No sé por qué estoy haciendo esto, simplemente decirte que al verte el otro día se me pasó por la cabeza y, como alguien me dijo que siguiera mi intuición, te voy a regalar este libro. Si descubres algo que te llame la atención y quieres seguir profundizando en el tema, cuando vuelva de vacaciones seré todo oídos”. Así, de sopetón, superé la vergüenza y le regalé un libro a alguien con el que tampoco es que tenga mucha relación. Al final nos fundimos en un fuerte abrazo y será lo que tenga que ser. Así fueron las cosas y así se las estoy contando...


Y hasta aquí cuento lo que ya saben, que el domingo me voy de vacaciones y este rinconcito quedará en barbecho durante dos semanas, pero cuando vuelva espero cultivarlo de nuevas experiencias. Aquello que crees creas, no hay más. Con eso me basta para seguir caminando. Gracias por todo lo que estoy descubriendo y aprendiendo, gracias por todos aquellos que están a mi lado y que me encuentro a lo largo de este camino de aprendizaje y descubrimiento. Gracias por la salud que tengo, por la vida que llevo dentro, porque la vida está en todos lados, incluso a veces nace en lugares inesperados...


Con el hijo de la mandarina me despido. Gracias por haber llegado hasta aquí, al todo y la nada, porque yo sólo veo un sendero sin fin, sin una meta idealizada. Hasta pronto...


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