martes, 23 de septiembre de 2014

La práctica de la ira

En el retiro aprendimos una meditación que me llamó poderosamente la atención: la práctica de la ira. La rabia o enfado se produce básicamente cuando no aceptamos algo que ha ocurrido. Aceptar no es estar de acuerdo con lo que sucedió, sino simplemente escoger la paz y evitar el conflicto, porque lo que pasó no se puede cambiar, no pudo ser de otra manera...

Cuando estemos enrabietados con una persona o situación deberemos cerrar los ojos y decir interiormente:

Al sentir el calor de la ira en este momento cierro los ojos y miro al futuro y me pregunto: ¿Dentro de 300 años dónde estarás? ¿Dónde estaré?

A mí lo de los 300 años me pareció brillante, porque dentro de 300 años yo no estaré aquí, en este mundo de formas, y dentro de 300 años tampoco lo estará la persona o situación que me está provocando la ira. Dentro de 300 años todas las formas desaparecerán. Por eso me resultó muy significativa la meditación, porque cuando te planteas dónde estarás todo se desvanece, no nos lleva a nada estar en conflicto. Si hubieran sido 50 tal vez seguiríamos por aquí, pero con 300 es físicamente imposible que estemos en este mundo, pero nunca se sabe y, aunque estuviéramos, la ira no nos lleva a nada, sólo a destruirnos interiormente. ¿Tiene sentido entonces tener ira o estar enfadados? Para mí no...


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