sábado, 18 de noviembre de 2017

Fui el primero en llegar...

Kilómetro 7 y cuando menos lo esperaba, un esguince de tobillo en el pie derecho. ¡Para, se acabó el juego! Esa fue mi reacción inmediata. Me gusta correr, pero no necesito correr. Mis memorias se activaron y recordé el esguince que sufrí cinco años atrás y cómo actué contra natura, resistiéndome y peleándome con la vida. Ahora no, estaba claro que tenía que parar y aunque me hubiera encantado seguir disfrutando de la carrera y llegar a la meta, la prioridad era sanar...

Y al rato descubrí el mensaje que me quiso transmitir. Mi vida ha cambiado tanto, que necesito tiempo para digerir todo lo que me está pasando. Y aunque no sea consciente de ello, puede que me esté autoexigiendo: no soy ni pretendo ser un super hombre, no tengo nada que demostrar. Dosificar mi exceso de entusiasmo y seguir haciendo y disfrutando de las cosas que me están llegando, pero dándome tiempo para reposar y celebrar lo conseguido antes de dar el siguiente paso. La vida no se acaba...


Eso sí, fui el primero en llegar... a la sala de enfermería. Todo un honor y un guiño a experimentar cosas por primera vez. Y a pesar de la hinchazón y de lo grave que parecía, por la tarde acabé corriendo. ¿Milagros de la vida?

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario