Día frío y nublado, pero allí estaba corriendo mientras miraba al macizo
que, como siempre, me estaba cobijando. Famara, no podía elegir un mejor
escenario, y aunque de primeras no lo supe ver me volvió a ofrecer un gran
regalo: mostrarme todo aquello que no quiero ser. La llave que me
faltaba cerró definitivamente la puerta del pasado…
Y después, ya en otro rincón de la isla, salió el sol y no pude sino
volver a decir «Gracias cáncer». La
enfermedad me ofreció la llave para descubrir los hábitos de infelicidad y
abrir la puerta al cambio…
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