Salir de la rutina es necesario, incluso para hacer cosas que ya has
realizado en alguna que otra ocasión, pero que te motivan. Aunque esta vez fue
diferente, porque mi labor fue acompañar a alguien a hacer la travesía y
fumigar sus miedos, que en el fondo son mis propios miedos. A fin de cuentas,
todos somos uno…
Es fácil ser valientes desde lejos, pero en esta ocasión teníamos que ser
valientes de verdad porque el mar estaba justo en frente, a poquísimos metros. El
valor no es la ausencia del miedo sino la conquista de este, así que había que
liberar al corazón de su prisión. Y qué maravilloso es llegar a la meta y
contribuir a que alguien se sienta mejor…
No hay comentarios:
Publicar un comentario