lunes, 21 de julio de 2014

Lo que no se vio...

Y después del concierto, en el que Evelia y yo lo vivimos desde el agua, voy a contar lo que no se vio...

Nosotros éramos los encargados de llevar a los presentadores y solistas desde el embarcadero del Cine Atlántida hasta el escenario flotante. En el primer viaje, subidos a bordo de un fantástico barco, llevábamos al presentador Francisco José y a una espectacular azafata con un pedazo de vestido negro, azafata que simplemente iba a estar sentada en un cómodo diván sobre el escenario para comunicar si los músicos necesitaban cualquier cosa, aunque el público terminó creyendo que era una estrella y se quedó con las ganas de oírla cantar. Pero bien, vamos al grano. Justo cuando Francisco José se sienta en el lugar adecuado para equilibrar el barco, un pez vivo salta al interior y se queda entre sus piernas. Con la mano que tenía libre, porque en la otra portaba un farolillo, intenté cogerlo varias veces para devolverlo al mar, pero siempre terminaba deslizándose por mi mano o clavándome sus aletas. Al final tuve que soltar el farol y utilizar las dos manos para poderlo capturar...y lo logré. Bueno, pues tras este pequeño incidente nos disponíamos a salir del embarcadero, pero justo en ese momento la hélice del barco se enreda con una de las boyas, sí, como lo están leyendo, se enreda y no hay manera de avanzar. Afortunadamente, otro barco vecino estaba por allí y se ofreció a hacer el trayecto, así que tuvimos que trasladarnos al otro barco, más pequeño pero se podía mover, y eso era lo importante...

Primera prueba superada, el presentador y la azafata ya estaban en el escenario y nosotros teníamos que volver a la orilla para recoger al primero de los solistas, el timplista Benito Cabrera. Con la linterna en mano, Evelia se encargaba de localizar las boyas para esquivarlas y que no nos pasara lo mismo que la otra vez. Recogimos a Benito y emprendimos nuevamente el viaje hacia el escenario. Tuvimos que esperar unos minutos cerca de él y en ese momento se acercó un barco para hacernos unas fotos, aunque se pegó tanto que casi empapa la chaqueta del artista...



Después de dejar a Benito Cabrera sobre el pantalán, teníamos que volver a la orilla para recoger al siguiente solista, el clarinetista Ayoze Rodríguez, pero qué pasó, que el motor se estropea y no hay manera de echarlo a andar, así que para no extenderme demasiado, sólo diré que a partir de ahí no nos quedó más remedio que hacer los trayectos a remo, aunque la embarcación tampoco tenía remos, tan sólo uno pequeñito de una balsa, pero suficiente para ir a recoger a Sheyla Rizo y Beni Ferrer, las últimas solistas en cantar. Ese ángel llamado Jorge, el patrón o marinero del barco, tiene el cielo ganado por todo el esfuerzo que tuvo que hacer y espero le sea recompensado. Sin él, si no llega a estar ahí justo cuando más se le necesitaba, no sé qué hubiera pasado...

Y bueno, con el trabajo realizado, nos quedamos detrás del escenario disfrutando de la última de las canciones, el Aleluya de Leonard Cohen. Sólo puedo decir que la disfruté muchísimo, cerré los ojos y me puse a cantar el estribillo. Estaba en un lugar inimaginable, en medio del Charco de San Ginés a oscuras, una experiencia difícilmente repetible, así que centré todos mis sentidos en ese momento presente...

Y al final llegamos sanos y salvos a la orilla después de relevar al patrón y coger el remo, pero ni a Evelia ni a mí nos hubiera importado darnos un chapuzón como sí lo hicieron Beni y Roberto porque la noche invitaba a ello. Gran noche, gran música, gran ambiente, gran equipo de trabajo...


No hay comentarios:

Publicar un comentario