viernes, 25 de julio de 2014

Hakuna Matata

Desde hace un par de semanas, un niño de unos cuatro años de edad está yendo a meditar con su madre porque así se lo ha pedido. Yo, que lo conozco de cerca y su madre siempre que puede me cuenta todas las anécdotas que vive a su lado, diré sencillamente que es un pequeño gran maestro, un niño libre que brilla por su espontaneidad, un niño feliz que se resiste a ser adulterado...

Pues bien, el otro día, en medio de la meditación, le dice a su madre que lo lleve al baño porque tiene que hacer caca. Claro, la madre lo lleva y le pregunta que si no tenía otro momento para ir, que justo la interrumpe cuando estaba centrada en la meditación. El niño le dijo simplemente: “mamá, hay que soltar”. Pues sí, hay que soltar...

Y la última es que está preparando su cumpleaños y quiere comprar platos de “pocoyo” para algunas señoras, ese “pocoyo” que tanto hemos escuchado en meditación, y al resto les quiere poner platos de Timón y Pumba. Mamá, hay que cantar Hakuna Matata. ¿Por qué será? Dios, Hakuna Matata, esa canción que te repite constantemente que ningún problema debe hacerte sufrir. Vive y sé feliz, lo más fácil es saber decir...


Y hoy tenemos el taller de meditación. La risa está garantizada...

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